La izquierda francesa se manifiesta en 90 ciudades para 'defender la escuela pública'
Varios centenares de miles de personas desfilaron anoche en 90 ciudades francesas bajo el lema para defender la escuela pública. Todos los líderes políticos y sindicales de la izquierda que apoya al Gobierno (comunistas y socialistas, básicamente) encabezaron la multitudinaria manifestación en París -entre 300.000 y 500.000 participantes- que discurrió entre las plazas de la Bastilla y la República. El poder de convocatoria en las restantes ciudades fue menor de lo previsto. En primera fila de la concentración parisina figuraban, el secretario general comunista, Georges Marchais; el primer secretario socialista, Lionel Jospin, líderes sindicales, masones y radicales de izquierdas.
En la capital, como en el resto de Francia, los laicos han querido ofrecer una prueba de fuerza a modo de respuesta a las reuniones multitudinarias que, las últimas semanas, en media docena de ciudades del país, congregaron cerca de dos millones de personas, defensoras de la escuela católica subvencionada por el Estado (dos millones de alumnos, es decir, el 16% de la primera y segunda enseñanzas). En segundo lugar, los responsables de la escuela pública con sus gigantescos desfiles de ayer, han querido advertir al Gobierno. A juicio de aquéllos, el Ejecutivo ha favorecido la pervivencia de la escuela privada, pagada por el Estado, con el proyecto de ley que aprobó días pasados y que, dentro de tres semanas, será discutido en la asamblea nacional. Al cabo de esta jornada de manifestaciones puede decirse que la guerra escolar continúa.Las manifestaciones de anoche fueron convocadas por el Comité Nacional de Acción Laica (CNAL), que, hace 30 años, fue fundado para luchar contra la ayuda económica del Estado a la escuela privada; está integrado por varios organismos de enseñanza, esencialmente por la potente Federación Nacional de Enseñanza (FNE), que agrupa al profesorado de izquierdas, acérrimo defensor del laicismo que, hace más de un siglo, se incrustó en la vida del país y en el corazón de la izquierda.
Los desfiles fueron apoyados por toda la izquierda política y sindical, o casi, ya que Fuerza Obrera (FO), la tercera central del país, de tendencia socialdemócrata y símbolo tradicional del laicismo, no participó en la movilización. Esta paradoja no es la única que caracteriza el movimiento laico francés, y desvela de hecho la segundas intenciones de los diversos participantes en una jornada que, en principio, ha querido "defender la escuela pública", según rezaba el lema ge nérico propuesto por el CNAL para que cada partido o sindicato pudiesen sentirse a gusto.
Los comunistas y su sindicato la Confederación General de los Tabajadores (CGT), una vez más, sin manifestarlo expresamente, le gritaban al Gobierno del presidente François Mitterrand su descontento con la política que practica, en el terreno de la enseñanza y en los demás.
Los socialistas, que días pasados valoraron el proyecto de ley gubernamental como "globlamente negativo", se plegarán a las exigencias del ejecutivo, pero ayer se desahogaron; la segunda central del país, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), socialista autogestionaria, de origen cristiano, declaró que lo importante es "renovar el sistema educativo".
La noción del laicismo, para la mayoría de los franceses, no tieIne la significación del siglo XIX, cuando la Iglesia pesaba realmente sobre la sociedad francesa; el 75% de los ciudadanos son favorables a la escuela privada subvencionada por el Estado. En la práctica, sin embargo, los ultras del laicismo mantienen el fuego sagrado que Mitterrand desearía apagar. En este dominio, como en otros de su política económica y diplomática, el presidente ha vuelto la espalda a gran parte de su heterogenea base de izquierdas y al programa que lo llevó a la cabeza del Estado; pero su "nuevo realismo" es traición para los comunistas, y no pocos socialistas militantes piensan igual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.