Los reducidos aumentos salariales mantendrán la competitividad de las exportaciones japonesas
Europeos y norteamericanos no deben esperar que la fortaleza del yen les otorgue este año ningún respiro en su guerra contra la agresividad comercial japonesa. Los reducidos aumentos salariales de este año, comprendidos entre el 3% y el 5,25%, mantendrán las exportaciones japonesas tan fuertemente competitivas como es tradicional, según un artículo publicado en la revista The Economist.
Sindicatos japoneses y políticos y empresarios europeos y norteamericanos están sorprendentemente de acuerdo sobre cuál es la mejor política económica que debería seguir Japón. Todos quieren crecimiento de la demanda interior, como principal palanca del crecimiento japonés. Empresarios y políticos occidentales, porque ello significaría menos amenazas para sus economías e industrias; los sindicatos japoneses, porque ello aumentaría la capacidad de compra de sus afiliados. Pero los sindicatos nipones tienen poco que decidir sobre el asunto. En todo caso, lo que sí están haciendo es explicar indirectamente por qué la economía japonesa se muestra tan irresistible para sus competidores internacionales.Las negociaciones salariales niponas alcanzaron su clímax durante la primera mitad de abril, estableciendo las tablas salariales básicas para el año venidero. Todo parece indicar que Japón conocerá otro año de calma chicha en talleres y fábricas, a pesar del tono militante desplegado por las dos federaciones sindicales socialistas, Sohyo y Domei, a causa principalmente de que los sindicatos deben llevar a cabo la negociación real en cada empresa, lo que amortigua considerablemente la importancia de la negociación.
Las negociaciones de este año han sido más tranquilas que nunca. La única amenaza de huelga, no llevada a efecto finalmente, fue efectuada por trabajadores privados de ferrocarriles el pasado 12 de abril. En la industria, los incrementos salariales están estableciéndose en un abanico comprendido entre el 3,1 % en la industria del acero y el 5% en la del automóvil (con mayores aumentos en Toyota que en Nissan), y ligeramente por encima del 5% en la electrónica. Con la inflación situada probablemente en torno al 3% durante el año, ello significa que los salarios reales de muchos trabajadores quedarán estancados, con un ligero aumento para el resto.
La sorpresa
Estos insignificantes incrementos salariales serían sorprendentes en cualquier país desarrollado menos en Japón, por varias razones. Porque el crecimiento económico sigue boyante. En 1983 el crecimiento real del PNB fue del 3%, mientras que este año es probable que se sitúe entre el 4% y el 5%. En cuanto a los beneficios empresariales, y después del ligero retroceso de un quinto experimentado durante el período comprendido entre marzo de 1982 y septiembre de 1983, han vuelto a crecer en un tercio durante los últimos seis meses. Las grandes compañías japonesas están ahora mismo rebosando liquidez, invirtiendo parte importante de esos surpluses en la bolsa de valores y mercado de bonos.El crecimiento de los salarios reales ha sido muy escaso en los últimos años. Después de caer un 1,6% durante 1980, crecieron un escuálido 0,4% en 1981; algo más, un 1,7%, en 1982, y en torno al 2% en 1983. Los sindicatos aceptan estos recortes reales, y hasta los bonuses anuales -fuertemente ligados a los beneficios empresariales, de forma que en los años buenos suponen hasta cuatro meses de salario- han sido muy bajos también. Después de deducir impuestos personales, los ingresos reales disponibles de los trabajadores cayeron en un 4% durante los últimos nueve años. El pasado año esa caída fue del 2%. He aquí una fundamental explicación de la competitividad japonesa en los mercados mundiales.
Mientras tanto, la productividad está aumentando rápidamente. Durante 1983 la productividad por trabajador en la industria manufacturera aumentó en más de un 9%, después de haberlo hecho en un insignificante 0,1% en 1982. La tasa de paro es muy baja, con el 2,7% de la población activa desempleada a finales del pasado febrero, el mismo nivel que el año anterior. Parece claro que, con tales indicadores económicos, los sindicatos se lanzarían en Europa a una esforzada batalla en pos de fuertes incrementos salariales. No en Japón. Los sindicatos nipones siguen dispuestos a hacer sacrificios en aras de la prosperidad futura de sus empresas, y aunque para los estándares europeos el país asiático atraviesa momentos de crecimiento floreciente, ellos opinan que se trata en realidad de tiempos duros. La buena disposición de los asalariados nipones para autoapretarse el cinturón se ve respaldada, además, por la política gubernamental en la reducción del déficit presupuestario. El presupuesto recientemente aprobado para 1984-1985 contempla apenas un modestísimo aumento del 0,5% en el gasto público, el menor incremento en los últimos 30 años. El déficit caerá ligeramente para finales de año, estando previsto que se sitúe en el 4,75% del PNB.
Todo estas noticias son malas para los partners comerciales del Japón. Durante más de un año, el Gobierno nipón se ha cansado de anunciarles que la demanda interior estaba a punto de despegar, lo que supondría un fuerte empujón para las importaciones, a la vez que una menor disponibilidad para la exportación. En 1983, sin embargo, las exportaciones fueron el aporte más importante en el crecimiento del PNB, por encima de la demanda interna. Y nada parece indicar que las cosas vayan a cambiar este año. El efecto de la política restrictiva en materia fiscal y de gasto público y los recortes salariales será el de mantener bajos los costes empresariales, con su consecuencia inmediata de freno a la demanda doméstica. El crecimiento japonés quedará así casi exclusivamente vinculado a las exportaciones, asegurando un continuo crecimiento al ya tremendo superávit comercial nipón.
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