Romper relaciones con Libia
( ... ) Los acontecimientos de Londres demuestran que se debe mejorar la Convención de Viena, a fin de que cese el creciente abuso en materia de inmunidad diplomática por parte de los países del Tercer Mundo a la hora de traficar con armas y droga. Pero cualquier intento de volver a negociar la convención seguramente llevaría a un endurecimiento de sus términos. Los rusos, por ejemplo, podrían exigir el derecho a invadir embajadas que acojan disidentes. Los países islámicos puede que aspiren al derecho de arrestar diplomáticos que se den a la bebida o que sean promiscuos. Aunque la actual convención permita abusos, también ofrece protección a los diplomáticos contra los caprichos de los tribunales tercermundistas.La lección que se debe sacar de los sucesos de Londres no es la necesidad de reformar la Convención de Viena, sino que los Gobiernos no tengan relaciones diplomáticas con países que se burlan de las normas civilizadas. Si el Reino Unido hubiera roto relaciones diplomáticas con la Libia del coronel Gadafi en ocasión de pasados excesos, no ha bría muerto ninguna mujer policía en Londres ni habría habido 22 heridos en el aeropuerto de Heathrow. Las razones por las que el Gobierno británico no puede ocupar la Embajada libia y hacer justicia no tienen nada que ver con las sutilezas legales de la Convención de Viena, sino con el hecho de que el coronel Gadafi sencillamente se vengaría en los diplomáticos británicos y en los 8.000 ciudadanos británicos que viven en Libia.
Éstos son los verdaderos rehenes de este sitio, y el Foreign Office tiene derecho a argumentar que su bienestar debe estar por encima del deseo de arrestar al asesino o de vengarse del coronel Gadafi. Ésta es la razón por la que la señora Thatcher parece dispuesta a permitir que el asesino regrese a Libia: una muestra de realismo que puede irritar, pero que es comprensible. Lo único bueno que puede resultar de esta crisis, una vez se haya resuelto, es que el Foreign Office entre en razón y termine con su política de mantener relaciones diplomáticas a toda costa. Es una locura que los privilegios diplomáticos amparen a un régimen volcado en campañas de terrorismo internacional.
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