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Tribuna:TRIBUNA LIBRE / ESPAÑA Y AMÉRICA / 1
Tribuna
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¿Por qué América Latina?

La denominación de "latina" tiene ya en nuestros días universal aceptación. Pero el problema subsiste y es, precisamente, en relación con él que en el próximo mes de mayo se realizará un simposio bajo los auspicios de la Universidad Nacional Autónoma de México sobre la latinidad y su sentido en América Latina. ¿Qué tiene que ver esta región con las ideas que sobre la latinidad se plantean recientemente en Europa? Poner en claro esta cuestión será, también, deslindar la identidad de esta región. Una región ligada estrechamente por la historia y la cultura a España, a Iberia.En España, el calificativo de latina que se da a esta región ha sido, inclusive, vista como una agresión. ¿Por qué estos pueblos aceptan el calificativo de latinos, que no el de hispanos o iberos? La respuesta la dio José Vasconcelos, en 1925, en su libro La raza cósmica. "Háblese", escribe, "al más exaltado indianista de la conveniencia de adaptarnos a la latinidad y no opondrá el menor reparo; dígasele que nuestra cultura es española, y en seguida formulará objeciones". ¿Por qué estas objeciones? "Porque subsiste la huella de la sangre vertida", contesta Vasconcelos, "huella maldita que no borran los siglos, pero que el peligro común debe anular".

Todavía la sangre vertida en la larga guerra de independencia de la América hispana no había borrado su huella; pero había sido necesario encontrar una denominación que fuese común a estos pueblos frente al peligro que, desde el pasado siglo XIX, representaba la América sajona, interesada en ocupar el vacío de poder dejado por el coloniaje español, no la cultura. Estados Unidos, sin haber dado ningún apoyo a la emancipación hispanoamericana, se reservaba ya, desde los inicios de esta guerra, el derecho a ocupar el vacío colonial. Será frente a esta amenaza que los pueblos de esta región busquen una denominación común que, sin negar la cultura heredada y manteniendo su independencia del viejo coloniaje, impidiesen el nuevo. "Y no hay otro recurso", agrega Vasconcelos. "Los mismos indios puros están españolizados, están latinizados, como está latinizado el ambiente". Al aceptar la denominación de latina, esta América seguía manteniendo como propia la cultura heredada de España, pero negando, al mismo tiempo, relación con el coloniaje impuesto, considerado asociado al nombre de España. José Vasconcelos haría patente esta concepción al crear el escudo y lema de la Universidad Nacional de México. El escudo, que contiene el perfil de toda la América forjada por Iberia y el lema, Por mi raza hablará el espíritu. El espíritu como expresión de la cultura heredada.

La opinión de Alcalá Zamora

Niceto Alcalá Zamora, oponiéndose a esta denominación, si bien acepta la latinidad de España, considera absurdo que este calificativo valga para la América por ella colonizada. "Por todas partes", dice, "se va a Roma", "pero si se marcha en busca de la latinidad, y desde los pueblos americanos de origen hispano, el camino lo trazó la geografía, y lo siguió la historia a través de España".

Esto es cierto, salvo que esta América tuvo que enfrentarse, al iniciar su independencia, al peligro sajón, a la otra América. No queriendo calificarse de española o ibera, pues está aún viva y sangrante la huella de la guerra, adopta el de latina, que también era de España, y la cultura por ella expresada. El tiempo borrará la reticencia, pero no en el momento en que esta América se aprestaba a una lucha, que aún dura, contra un fuerte enemigo, aceptando el calificativo que al no ser discutible pudiese unificarla, el de latina.

Este calificativo se empieza a usar a mediados del siglo XIX. Lo usa la América que ya ha sufrido la amputación del territorio mexicano, en 1847, y la presencia del brutal filibustero estadounidense William Walter en Centroamérica. Es la América que conoce de la oposición de Estados Unidos a la Unión preconizada por Bolívar en el Congreso de Panamá y su oposición a los intentos de éste para liberar las Antillas, región que Estados Unidos se reservaba para arrancarlas posteriormente a España en 1898. El uso de este calificativo coincide con su utilización por la Francia de Napoleón III, que en nombre de la latinidad pretende expandirse tanto en América, sobre México, como sobre Asia, en Indochina.

Para los hombres de la región al sur de Estados Unidos, lo latino era el adjetivo que enfrentaba al de sajón. Es como lo usan así, en sus inicios, el colombiano José María Torres Caicedo y el chileno Francisco Bilbao. El primero, en su poema Las dos Américas, publicado en 1857, escribe: "La raza de la América Latina, al frente tiene la sajona raza. Enemiga mortal que ya amenaza su libertad destruir y su pendón".

No es contra España que se usa el adjetivo de latino, sino contra la América sajona del destino manifiesto. Es frente a esta América que resurgen las demandas de unión proclamadas por Bolívar frente a la dominación española. Tanto Torres Caicedo como Bilbao demandan la unidad de esta región frente al peligro sajón. Bilbao no olvida el coloniaje español, pero hace suya la herencia española, del mestizaje y la cultura heredados de ellos. Así habla de los destinos de la "raza latinoamericana". La misma raza, síntesis cultural de España y América, de lo que hablará después José Martí diciendo "todo nuestro anhelo está en poner alma a alma y mano a mano los pueblos de nuestra América Latina". Es también esta herencia la posibilidad de La raza cósmica, de Vasconcelos, por la cual hablará el espíritu. Una región, diría Alfonso Reyes, que se "ofrece a Europa como una reserva de humanidad". No es así agresión a España, sino tan sólo rechazo de la dominación y arrogancia que para esta América significó el coloniaje. El tiempo, decíamos, borrará la huella de este amargo recuerdo para encontrarse con la España que hizo posible el extraordinario mestizaje de sangre y cultura de la región.

Leopoldo Zea es director del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos y profesor de Antropología Filosófica e Introducción a la Filosofía en la UNAM.

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