Presos de la Modelo en tránsito exigen heroína por la fuerza en la cárcel de Carabanchel
Ocho internos procedentes de la cárcel Modelo, de Barcelona, que se encuentran en tránsito en la prisión madrileña de Carabanchel, hicieron frente al pasado sábado, armados con barras y objetos punzantes, a los funcionarios del centro, para reclamar heroína, y se negaron a entrar en sus celdas de la sexta galería, informó un portavoz del establecimiento penitenciario. Los reclusos utilizaron pinchos que se habían fabricado en la propia cárcel mediante piezas metálicas de las camas o las ventanas.El jefe de servicio convenció a cinco reclusos para que volvieran a sus celdas, y otros tres depusieron en su actitud después de que acudiera a dialogar con ellos el subdirector de la prisión.
Durante el incidente, el jefe de servicio de la cárcel entabló conversación con los internos y logró la separación de éstos en dos grupos. Con ello consiguió aislar a uno de los principales instigadores de la revuelta, y cinco presos aceptaron volver a sus celdas. Sin embargo, los otros tres se resistieron a abandonar su postura de fuerza. Al término de un prolongado diálogo entre los amotinados y uno de los subdirectores de la prisión, los internos fueron convencidos, abandonaron su actitud y quedaron recluidos en celdas de aislamiento.
El hecho de que reclusos en tránsito dispongan de barras y pinchos fue explicado ayer en la cárcel "por la enorme facilidad con que se pueden separar de una cama o de los pasadores de las ventanas piezas metálicas, que luego se afilan con una piedra en el patio".
Funcionarios de prisiones han manifestado su temor ante una posible generalización de las medidas de fuerza para exigir heroína en las cárceles, después del motín registrado el viernes en la Modelo, de Barcelona, donde el director general de Instituciones Penitenciarias, José Martínez Zato, autorizó la entrega de algunas dosis de esa droga para que los reclusos pudieran inyectarse y concluyera la revuelta.
Los funcionarios indican que la solución fue satisfactoria en la medida en que se logró que los amotinados dejaran en libertad a los funcionarios de prisiones que retenían como rehenes, pero creen preocupante la posibilidad de que se generalice el uso de la fuerza para exigir drogas.
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