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Desarticulada una banda de estafadores que cobró 52 millones de pesetas en el Banco de España con documentos falsos

Un grupo de estafadores logró cobrar de forma fraudulenta 52 millones de pesetas en la Oficina de Grandes Pagos del Banco de España, mediante talones bancarios falsificados, antes de que la banda fuera desarticulada por la policía. Los estafadores, que fueron detenidos gracias a un error ingenuo de uno de sus cobradores, ignorante del carácter delictivo de la operación que debía efectuar, tenían previsto, a la vista del éxito de la fórmula, retirar en fechas próximas 5% millones de pesetas con un talón falso. Para llevar a cabo la operación pensaban alquilar los servicios de un furgón blindado y unos guardas jurados de una empresa de seguridad.

La estafa fue, posible, según el jefe del grupo VIII de la Brigada Regional de Policía Judicial, especializado en falsificaciones y fraudes, por la inexistencia en la citada oficina del banco emisor español de una lámpara de Wood. Ese aparato es usado en las entidades bancarias para detectar la falsificación de documentos.Los cuatro detenidos, cuyas edades oscilan entre los 40 y los 51 años, se habían conocido a comienzos de 1983 en la prisión de Carabanchel. Uno de ellos, el pendolista, era particularmente hábil para lavar talones de cuentas corrientes bancarias, es decir, cambiar las cifras, convirtiendo, por ejemplo, 1.000 pesetas en un millón de pesetas. Otro era una persona que había pertenecido durante 14 años a la Guardia Civil, destinado en el puesto de un pueblo de Soria. El ex guardia civil había sido encarcelado por estafar a un banco donde, tras su permanencia en el cuerpo, trabajó como administrativo.

El grupo había abierto el pasado verano unas oficinas comerciales de una inexistente empresa de maquinaria de Barcelona en unos apartamentos de la calle de Cervantes, de Madrid. Al mismo tiempo, habían contratado a varias personas sin traba o. Habían escogido a mayores de 50 años, sin estudios y en situación económica desesperada. Estos empleados eran utilizados como gayos o cobradores de los talones falsificados. Un miembro del grupo seguía los movimientos de los gayos, para avisar a sus compañeros si algo salía mal.

En agosto de 1983, el ex guardia civil abrió una cuenta con 3.000 pesetas en el Banco General de Comercio, en el número 18 de la calle de Génova. Para ello usó una fotocopia de un DNI falsificado, cuya fotografía correspondía al estafador, pero la numeración y los datos eran de otra persona. Dijo que esperaba de Seguros Minerva 24 millones por el fallecimiento de su padre.

Luego el pendolista falsificó una orden de transferencia de dicha empresa de seguros, que fue remitida al banco. Cuando el ex guardia civil fue a cobrar los 24 millones en el Banco General de Comercio le dijeron que no tenían esa cantidad y le dieron un talón de la cuenta que dicha entidad tiene en el Banco de España. El estafador lo cobró en la Oficina de Grandes Pagos. Allí, según la policía, comprobó sorprendido que le pagaban en metálico, sin mayores comprobaciones, y que no se usaba lámpara de Wood para verificar los talones.

En octubre de 1983, uno de los miembros del grupo abrió una cuenta con menos de 100.000 pesetas en la central del Banesto, también con fotocopia de un DNI falsificado. Meses después, el 26 del pasado mes de marzo, solicitó dos talones de 28.000 pesetas y 38.000 pesetas de la cuenta de Banesto en el Banco de España, que le fueron entregados con cargo a la cuenta del estafador en la primera entidad.

Uno de los talones, convertido en 28 millones de pesetas, fue cobrado de forma inmediata y sin obstáculos por uno de los gayos usados por la banda. Los estafadores se dispusieron a cobrar el segundo.

La tercera operación en la Oficina de Grandes Pagos del Banco de España se frustró a causa de la actitud del gayo, ignorante del carácter delictivo del cobro. El hombre penetró en el Banco de España y se dirigió a un capitán de Policía Nacional, al que preguntó acerca de la ubicación de la Oficina de Grandes Pagos. Luego le dijo que iba a retirar una importante cantidad de dinero y que estaba muy preocupado por la posibilidad de un asalto callejero antes de entregarlo a su empresa, por lo que solicitaba protección policial "del 021".

El capitán, extrañado por el hecho de que una persona que iba a retirar una suma tan importante de dinero manifestara semejante desconocimiento acerca del funcionamiento del Banco de España y de la Policía, hasta el punto de desconocer el número exacto del teléfono de urgencia, retuvo al hombre. Funcionarios del Banco de España informaron entonces a la central de Banesto de la existencia del talón que portaba el retenido. La respuesta fue que el cheque era de 38.000 pesetas y no de 38 millones, por lo que el cobrador fue detenido y detenidos los verdaderos organizadores de la estafa.

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