Los indios amenazan con 'desenterrar el hacha de guerra' en el Mato Grosso
El Gobierno brasileño y la Funai (Fundación Nacional del Indio) tienen de plazo hasta el próximo viernes para evitar que desentierren el hacha de guerra los indios txucarramaens, en la región del Parque Nacional del Xingu (una reserva indígena), en el Estado de Mato Grosso. Ésa es la advertencia del cacique Raoni, un famoso y respetado guerrero, y las autoridades brasileñas saben, por lo que ha ocurrido en ocasiones anteriores, que hay que tomar la advertencia en serio.Desde la semana pasada, 150 txucarramaens, ayudados por otros tantos krenhacocore, kaiabí y suia, todos pertenecientes a tribus indias a punto de extinguirse, de gran tradición, guerrera, ocuparon el puesto de la Funai en el Parque Xingu, se apoderaron del ferry-boat que cruza el río Xingu, interrumpiendo el tráfico por la carretera BR-080, de vital importancia para la comunicación entre aquella región y el resto del país.
La revuelta de los indígenas empezó, como siempre, por la actitud de los hacendados, que tomaron tierras. pertenecientes a la reserva india. La Funai -y eso forma parte de cierta rutina- tardó demasiado en salir en defensa de los indios expulsados de sus tierras. Los indígenas, pintados con colores de guerra y armados de bordunas -largas y pesadas mazas de madera-, se declararon en guerra. Aceptan negociar, pero exigen, como condición previa, la dimisión del coronel Octavio Ferreira Lima, presidente de la Funai.
Todo esa historia puede parecer pintoresca si no fuera por algunos detalles. La situación de los indios brasileños desde hace varios años concentra la atención de buena parte del país, principalmente por el trabajo de ciertos obispos en la inhóspita región del Xingu, al tiempo que antropólogos e indige nistas denuncian la manipulación que los blancos -los ricos hacen dados- hacen de la Funai.
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