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Solidaridad ante la crisis

Felipe González estaba convencido de que, si no había acuerdo marco entre empresarios y sindicatos, los incrementos salariales se dispararían. Otras personas opinaban lo contrario. No hubo acuerdo para la negociación colectiva, y los salarios han superado las previsiones y la conflictividad ha aumentado en febrero en más de un 400%. Ahora -dice el presidente- que todos aprendan la lección. El Gobierno también. Porque, al final, se castiga cualquier intento gubernamental de intervenir en la negociación colectiva, aunque se haga de forma tan sutil como la de una recomendación.

Las subidas salariales han quebrado uno de los elementos de solidaridad con que contaba el equipo de gobierno socialista. Por eso Felipe González insistió en que, en una situación de crisis, si no hay una moderación salarial que permita que se reparta la masa salarial entre más gente, si los empresarios no comprenden que hay que invertir sus excedentes, si no cala la sensación de que el fraude crea paro, se irá, cada vez más deprisa, a una sociedad empobrecida y sin futuro. El presidente se muestra a favor de los acuerdos como base para la solidaridad. Pero cree que el Gobierno sólo propondrá un pacto social si tiene la certeza de que entre los agentes sociales existe una auténtica predisposición negociadora.

La solidaridad significa, además, para Felipe González, intervenir en las empresas públicas para que sus pérdidas puedan ser utilizadas en actividades más rentables. Que los trabajadores con empleo sean capaces de permitir un drenaje de sus salarios en favor de los parados y que los empresarios, coherentes con una libertad de mercado reclamada por ellos mismos, sean capaces de aumentar su actividad y de invertir en empleo.

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