_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Unas palabras sobre economía

El que fue gran primer ministro francés durante la guerra, Georges Clemenceau, solía rezongar, medio en broma, medio en serio, que la guerra era demasiado seria para dejársela a los generales. Cuando leo las declaraciones de los economistas, hablando de productividad, obsolescencia, controles monetarios y curvas de Laffer, sin mencionar nunca en sus ecuaciones factores tales como los preparativos para la guerra lunar, la destrucción del medio ambiente y la desesperación de los desempleados, se me vienen a la memoria las palabras de Clemenceau y pienso que la economía es demasiado seria para dejársela a los economistas. En la España democrática, de cuya hospitalidad estoy gozando, parece ser que para los economistas de un Gobierno nominalmente socialista las cuestiones prioritarias son "coger el tren" de las revoluciones tecnológica e informática, comprar aviones para el plan FACA y esperar contra toda esperanza que la industria armamentística EE UU compre algo español como compensación, competir con la Francia socialista en la venta de armas a los mundos árabe y africano, vender bonos del Tesoro a los ricos con la promesa de que no tendrán que pagar impuestos sobre los dividendos y entrar en el Mercado Común, cuyos crecientes problemas internos dejarán a España casi en la misma situación de incapacidad para el mercado internacional que tiene ahora.Sin embargo, no quiero con esto presentar un juicio totalmente negativo de la política económica del Gobierno González. Fue algo necesario y políticamente valiente la nacionalización de Rumasa, informar sobre el enorme déficit de empresas públicas como Renfe e Iberia e insistir en la reducción drástica de tales déficit. Fue algo necesario y valiente la publicación del fraude fiscal a la Seguridad Social de numerosos hospitales, bancos y empresas privadas, y reconocer la inviabilidad y de ahí la necesidad de reconversión de las industrias naval y del acero. Fue alentador saber que los funcionarios tendrían que presentarse en el trabajo a las ocho de la mañana y abrir sus oficinas por las tardes. Y el esfuerzo, cuyos resultados no están todavía claros, por reducir la inflación ,raediante un pacto social para lirilitar la subida salarial al 6,5% es asimismo digno de elogio. Esta políticia de saneamiento era necesaria desde hace mucho tiempo. Los Gobiernos de UCI) contemporizaron, por miedo a ofender a intereses creados, corrupciones y enchufes, y al Gobierno del PSOE hay que recopocerle el mérito de enfrentarse de forma realista con los hechos.

Pero el Gobierno socialista parece creer que una vez que haya conseguido hacer más funcionales el capitalismo y la Administración españoles tendrá garantizado un futuro próspero al ingresar en el Mercado Común e invertir en las industrias de alta tecnología y armamento. Es ahí donde yo estoy en total desacuerdo. La economía española no se recobrará ni prosperará imitando/compitiendo con el capitalismo y militarismo avanzados de Estados Unidos y las naciones del Mercado Común. España no puede, a diferencia de Estados Unidos, importar los ahorros de otras naciones para financiar sus déficit, consumir sus recursos naturales y seguir prosperando (temporalmente). España, incluso si consigue grandes, y de momento invisibles, avances de apoyo a la educación e investigación científica, no estará en posición de acometer con éxito una tecnología avanzada innovadora. Y, finalmente, Espafla no debe cometer el incomprensible error de Europa y convertirse en el blanco de las amenazas nucleares de EE UU y la URSS.

Simultáneamente, con el saneamiento básico de la economía y Administración actuales, España debería analizar sus verdaderos problemas. Uno de ellos es la centenaria cuestión de la reforma agraria. En los años sesenta parecía que el problema iba a ser resuelto por la emigración en masa de los trabajadores andaluces y extremeños a las zonas industrializadas de la propia España y a las ciudades industriales de Francia y norte de Europa. Pero la crisis económica mundial de la última década ha obligado a volver a muchos de esos trabajadores a sus lugares de origen, y en la actualidad hay cerca de 400.000 desempleados en el sur de España. Esa parte tiene un clima parecido al de California, un Estado que produce más de la mitad de las frutas y verduras consumidas por los más de 200 millones de norteamericanos. El Gobierno español proyecta gastar 45.000 millones de pesetas en la creación de empleos temporales para aliviar el desempleo rural del sur de España. ¿Por qué no desarrollar un programa de arrendamiento de explotaciones agrícolas 4amiliares, proporcio-

Pasa a la página 12

Unas palabras sobre economía

Viene de la página 11 nar semillas e información técnica como la que ofrecen los agentes de extensión agrícola de Estados Unidos o las cooperativas agrícolas de países como Holanda y Dinamarca? ¿Siguen siendo tan sacrosantos los latifundios improductivos como para que un Gobierno democrático con una fuerte mayoría legislativa no pueda ofrecer la explotación de unas tierras que permitirían autoalimentarse a millones de personas?Otro eterno problema, y que ha sido muy estudiado, es el de la distribución del agua, la política hidráulica. Joaquín Costa, en 1880; Manuel Lorenzo Pardo, en los años veinte del presente siglo, y Juan Benet, en la actualidad, han demostrado con datos palpables que los recursos totales de agua de España son más que suficientes para una economía agrícola e industrial próspera. Lo que se necesita es la construcción de una red de canales, embalses, reservas y túneles para distribuir el exceso de agua de las regiones lluviosas a las regiones que disponen de tierra y sol, pero que carecen de agua. Tal empresa requiere mucho capital, .pero se dispone de los materiales, la técnica y la mano de obra necesarios, y los resultados a largo plazo convertirían a España en un jardín del Edén. Es indudable que, al igual que sucede con la reforma agraria, habría que combatir muchos intereses creados y mucha inercia, y el capital habría que deducirlo de la compra de mortíferos juguetes militares.

Varios estudios económicos recientes realizados en el Reino Unido y Estados Unidos indican que las grandes empresas actuales crean relativamente pocos puestos de trabajo nuevos y que, por el contrario, las pequeñas empresas que utilizan recursos locales y un capital relativamente pequeño crean muchos puestos de trabajo. Un ejemplo esperanzador de tal tipo de empresas en España es el desarrollo de las granjas piscícolas (también defendidas hace un siglo por Joaquín Costa).

En varias rías gallegas se cultivan en la actualidad miles de toneladas de moluscos, crustáceos, algas y peces. Dentro de unos cuantos años, este tipo de empresa será factible en todas las costas españolas del Atlántico y el Mediterráneo, proporcionando miles de puestos de trabajo y una forma de ganarse la vida agradable y sana.

He de reconocer que mis propuestas de reforma agraria, política hidráulica y pequeñas industrias tiene ciertos graves inconvenientes desde el punto de vista del capitalismo avanzado. No proporcionarán unos beneficios rápidos e inmensos. No amenazarán con la destrucción en masa a los enemigos de nadie. Y, en la mayoría de los casos, no contribuirán a la contaminación atmosférica. Lo único que conseguirán será crear puestos de trabajo y alimentar a la gente. Tengo que disculparme por esos inconvenientes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_