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Explosión de violencia en una cárcel de Lima

La policía redujo a los presos amotinados en el penal peruano de EI Sexto tras una auténtica 'orgía de sangre' con 19 muertos

Joaquín Estefanía

Una matanza con 19 muertos -17 reclusos y dos rehenes- y alrededor de 40 heridos es el resultado del motín que tuvo lugar el pasado martes en el centro penitenciario El Sexto, en el centro de la capital peruana. El motín, que duró 15 horas, hasta que fuerzas de la Guardia Republicana redujeron a los amotinados supervivientes, se cerró con una verdadera orgía de sangre: hubo muertos por herida de bala, dos sulcidados que se desangraron, varios heridos torturados y rociados con queroseno, otros degollados en la yugular y hasta una rehén a la que se le cortó la lengua.

La tragedia recordó otros motines similares en cárceles peruanas y de otros países, como el ocurrido en 1981, en este mismo penal, donde perecieron quemados 31 internos, y la más famosa rebelión, en la cárcel neoyorquina de Attica, en 1971, cuando el entonces gobernador Rockefeller ordenó reprimir con violencia a los presos que habían tomado la prisión con un resultado de 59 muertos.Los limeños pudieron ver, en directo, por varios canales de televisión, el desarrollo de muchas escenas dantescas. El canal 7 interrumpió sucesivamente la película Los hombres de Harrelson y la serie Elliot Ness y Los Intocables, para dar imágenes de cómo los cabecillas del motín, los reclusos apodados Pilatos, Chino Sakuda, Lalo y otros, considerados de extrema peligrosidad, disparaban varios impactos a quemarropa en el abdomen contra uno de los rehenes.

El motín comenzó a las 10.30 de la mañana, hora local (las 17.30 hora española) cuando se repartía entre los reclusos el desayuno. Alrededor de 15 presos tomaron a unos 20 rehenes. Un empleado de la prisión abrió la reja de hierro para llevar las ollas y fue sorpren dido por el recluso Víctor Ayala Carioco, que le clavó un cuchillo. Inmediatamente, otros presos, como Pilatos, Lalo Centenario, Beto, Chalaco, Chino Sakoda, Pajarito, etcétera, se unieron al motín sacando de entre sus ropas revólveres, cuchillos y petardos de dinamita. Las armas, al parecer, habían sido introducidas en el penal entre los útiles escénicos de una representación teatral para los reclusos de El Sexto.

Los presosí amotinados se hicieron fuertes e hicieron llegar al fiscal sus exigencias, en un folio escrito a mano en el que se decía: "Somos 12 internos que hemos tomado esta actitud porque querernos lo siguiente: dos camionetas que no sean cerradas, con lunas vaporizadas; que despejen la avenida Bolivia (en la que se encuentra el penal); que no nos sigan porque nos llevaremos a los rehenes, los Cuales eliminaremos uno por uno durante el trayecto siempre y cuando nos sigan; que los vehículos se encuentren en buen estado, aceite, gasolina, etcéterá; que tengan chóferes; que las camionetas entren en el patio; que una vez que botemos a los rehenes, si quieren nos matan, pero déjennos en libertad; a la hora que lleguen los vehículos que despejen la zona".

"No me maten"

Al no responder las autoridades, los amotinados comenzaron sus acciones, alrededor de la una del mediodía. Sacaron a la terraza a uno de los rehenes y lo rociaron con queroseno, utilizando una botella de Coca-Cola. Luego lo prendieron fuego. Poco después, apareció, otro de los rehenes, que gritaba una y otra vez "no me maten, no me maten". El recluso llamado Beto, ante las miradas de centenares de policías situados en los tejados anejos y de decenas de periodistas, le disparó a bocajarro; la bala le penetró en el abdomen e hizo saltar al rehén.A las seis de la tarde, un empleado civil, también rehén, logró zafarse en medio de un intercambio de disparos entre amotinados y policía. Sin embargo, los reclusos lograron cogerle, y le acuchillaron hasta 10 veces, cortándole una pierna. Al final, le remataron de tres balazos.

Entre los rehenes se encontraba Guillermo Cárdenas, Mosca Loca, un narcotraficante cuya influencia había elevado a muy altas posiciones a diversos políticos, y cuya situación en la cárcel era la de un privilegiado. Cuando la acción se aproximaba a su fin, y antes de que los guardias republicanos asaltasen la cárcel, Mosca Loca fue asesinado cortándole la yugular. Entre los rehenes supervivientes se encuentra un dirigente del grupo guerrillero Sendero Luminoso.

Hacia las diez de la noche, la Guardia Republicana, que en número de un millar había rodeado todo el día El Sexto, penetraba en el recinto disparando. Existen dudas sobre si Pilatos se suicidó antes de ser apresado o cayó alcanzado por una ráfaga.

Diversos medios políticos piden la dimisión de los ministros de Interior y Justicia por su responsabilidad en estos hechos.

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