Se prevén intensos combates en Beirut para hacerse con las posiciones de las tropas galas
El último contingente de la fuerza multinacional aún destacado, en territorio libanés -los 1.250 soldados de la IX División de Infantería de Marina francesa- inició ayer su retirada de Beirut, que el presidente galo, François Mitterrand, se empeñó el sábado en EE UU en presentar como "un simple relevo" de sus tropas "por los libaneses".
Pero, en contra de lo anunciado por el jefe del Estado de Francia en Atlanta, no parece que exista -un acuerdo entre las facciones rivales libanesas para relevar pacíficamente a los franceses en las estratégicas posiciones que abandonarán el próximo sábado los últimos infantes de Marina, y el Ejército regular y las Fuerzas Libanesas (milicias cristianas unificadas) librarán probablemente duros combates contra las milicias drusa y chiita para intentar apoderarse de los 17 puestos galos, situados en plena línea de demarcación entre los sectores cristiano y musulmán de la capital."Todo esto puede acabar con una batalla de gran envergadura", reconocía hace unos días el embajador de Francia, Fernand Wibaux. Pero ayer, en un último intento de proceder a un reparto sin violencia del terreno cedido por los marsouins de la Novena División, el general francés Michel Datin se reunió con la comisión militar integrada por los cuatro representantes de las principales facciones encargados de vigilar la observancia del alto el fuego constantemente violado.
Deseoso de demostrar que, a diferencia de los contingentes británico, italiano y norteamericano, no tenía excesivas prisas por sacar a sus tropas de Líbano sin por lo menos intentar antes encontrar una solución de recambio -Francia propuso el envío de cascos azules, pero la URSS vetó el proyecto en el Consejo de Seguridad-, el Gobierno de París dio ayer por fin la orden de retirada, cuatro semanas después de que los marines norteamericanos hubiesen sido redesplegados a bordo de los barcos de la VI Flota.
Mitterrand insistió, sin embar go, en que la evacuación francesa se producía "en condiciones diferentes a los demás integrantes de la fuerza multinacional", que se apresuraron a huir de Beirut cuando la ciudad cayó en manos de las milicias musulmanas el 6 de febrero.
Un gran transbordador, el L'Esterel, atracó ayer en el puerto de Beirut en medio de estrictas medidas de seguridad -tiradores de elite subidos a bordo y rodeados de lanchas neumáticas con buzos para impedir cualquier atentado submarino-, y durante tres días embarcará, en sucesivas etapas, el material pesado, los vehículos de transporte y la quinta parte del destacamento francés. El resto de la tropa será evacuada a bordo de navíos de guerra.
Poco después de que fuese víctima, junto con los marínes, en octubre pasado, de un atentado perpetrado por el conductor suicida de un camión repleto de explosivos, en el que hubo que lamentar 58 paracaidistas muertos (en total, 86 soldados galos han fallecido en Líbano y 105 han resultado heridos), el contingente francés se replegó hacia el enorme parque residencial del embajador de Francia, donde organiza y protege el cruce de los civiles entre los dos sectores de la ciudad.
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