La nueva biensonancia
Al director invitado para el último concierto de la Orquesta Nacional, el francés Gérard Devos, se le encomendaron dos estrenos que ofreció con profesionalidad y eficacia. Las obras de Beethoven y Ravel salieron ordenadas y pujantes de sonido, y si bien nada hubo de revelador en las versiones, tuvieron esta fuerza comunicativa y levantaron grandes aplausos que Devos supo compartir con los profesores de la orquesta, singularmente con el flautista Antonio Arias, sensacional en su solo de Dafnis, a quien hizo subir al podioEl Concierto para guitarra de Francisco Cano, abiertamente in serto en la tendencia hacia la biensonancia que de alguna manera afecta a casi toda la música de los últimos años, pero que para algu nos compositores se hace radical punto de partida, se nos mostró como una obra de escasa enverga dura sinfónica o sinfónica-concertante. Aunque pueda parecer anecdótico, pienso que a la obra no le va a favorecer un título como el que lleva, de tan concretas referencias formales y tradicionales pues el autor no se ha planteado profundizar en la fusión del instrumento solista en el todo orquestal, y a lo que asistimos es a una alternancia entre una orquesta reducida, de sonoridades neo-impresionistas, y una guitarra trabajada con buen oficio en la línea de sus características de siempre.
Obertura Leonora III (Beethoven),
Concierto para guitarra (Cano), Concierto para viak (Soler) y II sufte de Dafnis y Cleo (Ravel).Ernesto Bitetti (guitarra), Juan José Pamies (viola). Orquesta Nacional de España. Director: Gérard Devos. Teatro Real, 23 de marzo de 1984.
Bitetti tocó el Concierto de Cano con la pulcritud de mecanismo y el buen gusto en él habituales. El sonido de su guitarra no es grande y quizá por ello se recurrió a la amplificación, procedimiento al que nada tengo que objetar, ni siquiera en obras como ésta en la que creo que no resulta imprescindible.
El Concierto para viola de Soler se estrenaba en Madrid cinco aflos después de su creación. Si hablábamos de neoimpresionismo al comentar la obra de Cano, en ésta cabría referirse a cierto neoexpresionismo derivado de la escuela vienesa que funcionó como norte en la trayectoria musical del maestro catalán. La viola es presentada como protagonista absoluta, como el elemento que actúa de impulsor del curso musical, arropada por una orquesta que se manifiesta escindida en bloques casi camerísticos, incluso con significativos solos de primeros atriles que dialogan con el solista principal.
La ausencia de flautas, el refuerzo con los instrumentos más graves de la madera y el recatado papel asignado a los violines coadyuvan a crear una sonoridad oscura, opaca, lo cual, lejos de procurar contraste con las características de la viola, sirve a Soler para recalcar ese protagonismo sonoro y motriz.La obra fue muy bien tocada por Juan José Parnies.
Babelia
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