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El Parlamento Europeo agoniza por falta de poderes reales

Andrés Ortega

La historia del Parlamento Europeo se remonta a 1952, con la creación de la Asamblea de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y, posteriormente, de. las comunidades europeas de los seis. Formada por diputados enviados por los Parlamentos nacionales, era más bien una imagen que una realidad. Sólo cuando, a principios de la década de los setenta se instauró el sistema de recursos propios -es decir, el acceso directo de las comunidades a unos fondos para alimentar su presupuesto- la asamblea logré acaparar un pequeño poder en materia presupuestaria.Fue en la cumbre de París de 1974 cuando los jefes de Estado y de Gobierno de la CEE -entonces nueve- decidieron que el Parlamento Europeo fuese elegido por sufragio universal y directo. Las primeras elecciones tuvieron lugar en junio de 1979. Su primer presidente, la francesa Simone Veil, cedió su puesto a Dankert el 1 de enero de 1982.

Sistema de 'concertación'

Este Parlamento -que representa a "los pueblos de los diez Estados que componen la comunidad"- ha usado de los pocos poderes de que dispone para lograr influencia. El Parlamento comparte con el Consejo de Ministros de la CEE el poder presupuestario. De hecho, en 1979 rechazó el proyecto de presupuesto que le había sometido el Consejo, lo que obligó a volver a empezar todo el procedimiento. Pero el Parlamento sólo puede variar los llamados gastos no obligatorios.Así, en los últimos cuatro años, el Parlamento Europeo ha conseguido ' aumentar las partidas del fondo regional y del fondo social. Este año ha logrado retener, hasta ver los resultados de la cumbre europea que se abrió ayer en Bruselas, el cheque de la devolución al Reino Unido para 1983. Pero el Consejo parece reaccionar. Las últimas propuestas de cara a esta cumbre sobre rigor presupuestario en una CEE en bancarrota, sin tocar formalmente a los poderes del Parlamento, pretenden que éste no desborde, como en el pasado, las cantidades que se le dicten. El Parlamento Europeo "sin poder presupuestario sería como una tribuna sin eco", ha observado ya Dankert.

Del éxito de la presente cumbre y del impulso que pueda otorgar a la idea europea y a la CEE dependerá mucho el europeísmo de las elecciones de junio. La cumbre siguiente llegará después.

Curioso Parlamento éste que no dispone de un auténtico poder legislativo. Éste reside fundamentalmente en el Consejo de Ministros, que tiene que pedir, sin embargo, un dictamen al Parlamento antes de aprobar toda ley -directiva o reglamento- comunitaria. Pero el dictamen no es, en la mayoría de los casos, vinculante. El Parlamento dispone, además, de otra pequeña palanca de poder e influencia: el sistema de concertación con el Consejo de Ministros en caso de desacuerdos. Y el uso de este procedimiento se ha multiplicado.

Finalmente, el Parlamento dispone de cierto control sobre las otras instituciones, y muy especialmente sobre la Comisión Europea -el órgano burocrático y ejecutivo de la CEE que tiene el poder de propuesta- El Parlamento, en principio, podría votar una moción de censura contra el colegio de comisarios. Pero estos son nombrados por los Estados miembros, y en caso de que el Parlamento rechazara una comisión, las capitales podrían volver a nombrarla.

Si ha logrado cierta fuerza moral el Parlamento Europeo ha sido a través de sus debates e informes bien documentados. Cabe destacar los habidos sobre la mujer -sólo 70 de los 434 eurodiputados son de sexo femenino-, la defensa europea y el paro. En política exterior, con un gran énfasis en los derechos humanos, las resoluciones han tenido resonancia. El Parlamento ha apoyado asimismo constantemente la integración de España y Portugal.

División por ideologías

En las votaciones, si hay una cierta división por ideologías, suele imperar la regla del interés nacional de los eurodiputados. Aunque en su europeísmo a menudo vayan algo más lejos que las capitales. Pero uno de ellos ha manifestado claramente que "en tanto que diputados, representamos a los partidos que forman los Gobiernos".Los distintos grupos intentan fraguar manifiestos electorales comunes con los que concurrir a las elecciones de junio. Hasta ahora sólo lo han conseguido los socialistas. Y con un programa absolutamente minimalista en cuanto a la integración europea. Buen ejemplo de la división en este grupo fue la división cuando le aprobó en el otoño de 1983 una resolución a favor del despliegue de los euromisiles de la OTAN.

Los europarlamentarios pueden plantear, además, preguntas orales y escritas a la comisión y al Consejo de Ministros. No suelen crear sorpresas. Pero entre preguntas sesudas también se cuela a veces la ironía, como la de aquella eurodiputada que muy seriamente, por escrito, inquirió al presidente de la Comisión Europea, Gaston Thorn, sobre su supuesta consulta de oráculos y quiromantes para tomar sus decisiones.

El Parlamento Europeo se reúne habitualmente una semana al mes en su sede de Estrasburgo -cuenta con otras sedes en Luxemburgo y en Bruselas- para sesiones plenarias. Entre medias se reúnen las diversas comisiones parlamentarias. 1982, con 246 resoluciones adoptadas, pareció ser un año de máxima actividad. En estos cuatro años, el número de los debates ha aumentado. Y el de las enmiendas, más aún. Si en 1979 se plantearon un total de 2.069 enmiendas, en 1983 se alcanzó la cifra nada parca de 7.571.

El Parlamento se rige por medio de una partida propia en el presupuesto de la CEE. Pero los salarios de los eurodipútados provienen de sus respectivos Estados, lo cual en los últimos años ha dado lugar a ciertas desigualdades. Algunos de los británicos, peor pagados y con escasas dietas, llegaron a dormir en sus despachos en Estrasburgo. Para paliar estos defectos se han construido unas habitaciones en la propia sede.

Falta de poderes

El Parlamento se queja constantemente de su falta de poderes y critica con no menor constancia la ineficacia del Consejo de Ministros para tomar decisiones. En un tardío despertar, el Parlamento ha aprobado el proyecto de Tratado de la Unión Europea promovido por el italiano Altiero Spinelli, que pide un auténtico poder legislativo para esta Cámara, un poder compartido de decisión entre el parlamento y el Consejo de Ministros. Ha de ir a ratificación de los parlamentos europeos, y Pieter Dankert se esfuerza por presentarlo en las capitales. Es el testamento Político de un parlamento saliente en una Europa en crisis.

España aún no ha negociado

434 representantes para 270 millones de ciudadanos

España no ha negociado aún con la CEE el número de eurodiputados que le corresponderán, siendo el capítulo sobre las instituciones uno de los últimos que se cerrarán. En la actualidad, los grandes países (Francia, Italia, la RFA y el Reino Unido) disponen de 81 diputados cada uno. Holanda tiene 25; Bélgica y Grecia, 24; Dinamarca, 16; Irlanda, 14, y Luxemburgo, 6. El cargo de parlamentario nacional no es incompatible con el de miembro del Parlamento Europeo. De hecho, 57 de ellos compaginan ambas actividades en la actual cámara europea.En 1979, los resultados fueron muy similares a los de las distintas elecciones generales de cada país, viéndose, sin embargo, penalizados los socialistas por la fuerte abstención. El caso más extremo de euroapatía fue el del Reino Unido.

En medios europeos se teme en 1984 una amplia abstención. Pero la nacionalización de estas elecciones parece inevitable, siendo más p4tente en Francia, donde con la creación de una lista única de la oposición (excluida la extrema derecha) se intenta convertir estos comicios en un plebiscito contra François Mitterrand.

Tras las elecciones de 1979 y la entrada de Grecia, el grupo socialista, con 124 eurodiputados, es el mayor de esta cámara europea, seguido del Partido Popular Europeo (democristianos), con 117 escaños; los demócratas europeos (conservadores), con 63; el grupo comunista, 48; los liberales y demócratas, 38, y otros.

El grupo socialista es el más nutrido, pero no el más unido, al contar con buen número de antieuropeos y al cambiar la actitud de sus diputados según estén sus partidos en el poder o en la oposición. La batuta de las resoluciones parecen llevarla los democristianos, a quienes seguramente corresponderá la próxima presidencia.

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