_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Día de la Mujer

UN 29% de la población activa española es femenina. Una cifra baja si se compara a los países de la Comunidad (Francia, 45%), pero optimista en relación con la tradición española de la mujer en el hogar, sostenida durante siglos, a veces a punta de espada y amenaza de reclusión conventual. Los actos culturales y políticos que se celebran en torno a la fecha del 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, merecen por eso un signo de solidaridad.La mujer española es víctima principal de una tendencia al tercermundismo sociológico, cultural y educativo con que se han ido guillotinando a lo largo de nuestra historia todas las adquisiciones de ideas nuevas y de alteración de un orden clásico. Muchas de las que trabajan fuera de sus domicilios arrastran todavía las consecuencias de una educación restrictiva y específica que las dificulta su promoción a puestos superiores (y aun en los casos en que la logran encuentran obstáculos muy superiores a los que tienen los hombres), aparecen en la mayoría de los casos como servidoras del varón, o de un mundo de varones, y todavía hay ocasiones en que se mantiene salario inferior para trabajo igual. Un cierto número de oficios les está negado por prejuicios antiguos, y la proporción es muy inquietante: un oficio femenino por cada 10 estrictamente masculinos. Dentro mismo de la población trabajadora femenina hay una enorme proporción en favor de las solteras y en contra de las casadas. Pesan sobre estas últimas varios factores: el de la presión del marido, sobre el que cae también una tradición histórica de supuesto honor, de responsabilidad o hasta de cabeza de la familia, y una vaga sensación, también cultural, de celos de que su mujer se mezcle con hombres en el puesto de trabajo, amén la comodidad de tener el hogar cuidado por ella; pero también hay mujeres que se casan como quien hace una carrera o encuentra un empleo. Las empresas prefieren solteras, mientras que el Estado o la comunidad no acaban de poner en marcha los mecanismos de infraestructura que permitan el cuidado externo de los hijos, y no hay una mentalización colectiva que permita repartir estas responsabilidades equitativamente entre los dos sexos. A este respecto es de señalar que una legislación excesivamente proteccionista de la mujer casada o de la mujer madre no hace sino contribuir a las discriminaciones laborales de todo género a las que se haya sometida. En una situación de crisis laboral como la que estamos viviendo se precipita también especialmente sobre la mujer el trabajo clandestino: todas las gamas de servicio doméstico, todos los trabajos eventuales y sin contrato, más una concurrencia muy fuerte masculina propia de situaciones de escasez en el mercado de trabajo.

Son varias las acciones que se necesitan para llegar a la situación ideal que se propugna. Un amplio grupo está en la mentalización social, que va desde la preparación para el trabajo a partir de la infancia de la mujer, incluyendo formación profesional e intelectual no específicas, a la preparación de una moral distinta a la fomentada hasta ahora por toda la literatura clásica y moderna española respecto al varón y la hembra. Otro grupo de acciones pertenece al Estado: un aparato jurídico igualitario del que desaparezcan los proteccionismos hipócritas que minorizan a la mujer la mujer, una infraestructura suficiente, una dureza en el cumplimiento de las leyes que ya existen y las que se promulguen.

La consideración de la sociedad actual respecto a los derechos de la mujer muestra una infinidad de carencias, pero hay que repetir que no es enteramente pesimista si se mira nuestro pasado y las enormes resistencias históricas a una transformación que venga marcada por la verdadera igualdad entre sexos. Los avances no son por lo demás casuales, sino que vienen provocados por la actividad y el tesón de grupos de mujeres y hombres empeñados en llevar adelante lo que es efectivamente una revolución de signo histórico y frente a la que se alzan, cómo no, todos los contrarrevolucionarios del mundo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_