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Isak Levi

Veterinario jubilado, preside la comunidad judía sefardí de Sarajevo JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ Sarajevo

Es de baja estatura y sonríe siempre, salvo cuando se pone a la defensiva, porque su conocimiento del ladino, el castellano antiguo o romance, no le permite entender las preguntas. Parece astuto, muy astuto, muy ladino, claro, detrás de sus gruesas gafas y de sus 70 años de experiencia. Se llama Isak Levi, veterinario jubilado, presidente (predsjednik) de la comunidad israelí de Sarajevo (calle Dobrovoljacka, 83), compuesta, en su inmensa mayoría, por judíos de origen sefardí español. Es una de las 10 personas que hablan todavía el castellano arcaico de los 1.100 supervivientes de una colonia que se instaló, en 1565, en la ciudad, formada por una diáspora de origen casi exclusivamente toledano.

Saraj (palacio, en turco), como aún llama el doctor Isak a la ciudad que la lengua serbocroata convirtió posteriormente en Sarajevo, acogió espléndidamente a un buen número de judíos españoles expulsados por los Reyes Católicos en 1492. El sultán de Estambul y el pachá del territorio ahora yugoslavo admitieron de mil amores en sus tierras a una emigración de elite que significaba una aportación importantísima desde el punto de vista cultural. De Toledo llegaron 15 familias de maestros, joyeros, plateros, vidrieros, zapateros, todos ellos cerebros y profesionales privilegiados para la época. La primera página de sus estatutos en 1622, aún vigente, rezaba así: "La keila (comunidad) spanjola izraelit di Saraj forman todos akejos spanjoles izraelim ke kontinualmente estan stabilzados i moran en Saraj, kome tambjen akejos ke aunke non moran en Saraj propio, otro ke en logares afuera di Saraj ki si kontan de la Opstina (kontorno) di Saraj. La direcidad di ser mjembro si pjerde: prima, kon el salir del dudezmo i pasarse a otra religion, i sekunda, kon el alevantamjento de Saraj i irsi a morar en logar ki si eskuzo para su estabiljamjento".

Su plácida integración, sin embargo, se frustró trágicamente desde 1941. De 14.000 judíos de Sarajevo, 10.000 murieron "intoxicados", como dice Isak, en Auschwitz y restantes campos nazis. "Entre ellos, mis tres hermanos, cuatro hermanas y la madre. 350 sefardos más (es habitual esta denominación) cayeron combatiendo. Cuatro héroes de Saraj fueron judíos". Isak, cuando se creó el Estado de Israel en 1948, no quiso ir, como otros, porque le debía y tenía mucho "amor" a Yugoslavia. "Pero un primo mío vive en Madrid y es español. Fue desde Trieste, después de levantarse la prohibición de entrada y de nacionalización".

"Los de la embajada vienen de vez en cuando a traemos revistas y cosas. Son muy amables. Pero esa es toda la relación con España. No tenemos ninguna ayuda para continuar. Antes publicábamos cada semana una gaceta, Alborada. Todo lo que sabemos, cali (para) que entiendas, lo hemos ido conservando solos y como en 1200 o 1300: ladino, liturgia, canciones, romanzas, proverbios". E Isak recita algunos de los muchos proverbios que conoce: "¿Cuántos quieres?: Cada carnero por su pie lo incolgan. Antes son los dientes que los parientes. A ti te lo digo mi hija, entiéndelo mi nuera. Cada uno está agarrado con su palo. Di lu a la, poco le va. Si el asno no era mío, yo me ría".

Pero el futuro, salvo la liturgia, con la única sinagoga respetada por los nazis aún abierta, parece irreversible: "¿Agora? Desaparecer. Los jóvenes ya no hablan ladino. Mis hijas, por ejemplo, médica y arquitecta, y son mayores. Existimos hace 420 años. Ya es tiempo de olvidar costumes y habitudines". Isak sólo ha ido una vez a España. En 1977 visitó Toledo, junto a Córdoba y Sevilla. En la capital cordobesa, mientras leía las palabras hebreas grabadas en el monumento a Maimónides, el guía le dijo: "¿Usted es judío, verdad?". E Isak le contestó: "Y usted quizá también, si sabe que estoy leyendo hebreo". El guía añadió: "Sí, pero yo soy de los conversos".

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