_
_
_
_

Un 'repliegue' que, evoca el hundimiento de un orden político

La retirada de Beirut, acabada en la madrugada de ayer, de los marines del contingente norteamericano de la fuerza multinacional cierra con el fracaso un capítulo de la política de Estados Unidos en Oriente Próximo, a pesar de que el presidente Ronald Reagan aseguró al firmar la orden de partida que no se trataba ni de una "huida" ni de una "rendición".Presentado oficialmente por el propio Reagan como un repliegue del contingente hacia posiciones más defendibles a bordo de la veintena de barcos de la VI Flota que patrullan en aguas libanesas, la evacuación de los infantes de Marina ordenada el 17 de febrero está más bien en relación con otra frase del presidente norteamericano en diciembre, en la que evocó "el total derrumbamiento del. orden en Líbano" entre los motivos que podrían obligarle a "sacar a los boys" del país.

Al modificar bruscamente su política en Líbano, la Administración Reagan ha perdido parcialmente su credibilidad ante sus aliados árabe e israelí en Oriente Próximo, y de cara a los tres países europeos integrantes de la fuerza multinacional, cuyos dirigentes han multiplicado las críticas al presidente de EE UU tras verse sorprendidos por su anuncio, el 7 de febrero, de la retirada de sus tropas.

El envío de los marines a Beirut al final de la etapa caliente de la invasión israelí de Líbano, en septiembre de 1982, se enmarcaba en un plan ambicioso de instauración de la pax americana en la región, que también preveía la solución del conflicto palestino-israelí con la creación de una entidad asociada a Jordania en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza.

Durante su primer año de estancia, la fuerza multinacional cumplió su misión de protección de la población civil y apoyo a Gemayel. La situación se complicó con la reactivación, en septiembre de 1983, de la guerra civil, lo que la arrastró en la dinámica de la violencia: primeros bombardeos de la artillería naval norteamericana para defender a los marines acosados y ayuda al Ejército regular libanés atacado por las milicias drusa y chifta.

La fuerza multinacional, o por lo menos sus contingentes estadounidense y francés, dejó entonces de ser neutral en el conflicto, y los jefes de la oposición, Nabilí Berri y Walid Jumblat, empezaron a exigir su retirada, al tiempo que aumentaban los ataques y atentados contra los marines, hasta que el 23 de octubre 241 norteamericanos fallecieron en la voladura de su cuartel general por el conductor suicida de un camión de explosivos. En total, 259 marines han muerto en territorio libanés.

La Administración Reagan, que, sacando la lección de la última fase activa de la contienda interlibanesa, parecía dispuesta a reconocer a Siria un derecho de tutela sobre Líbano e intentaba de paso disociarla de su aliado soviético, cambió nuevamente de política. Convencido de que había instigado el sangriento atentado, Washington adoptó una actitud abiertamente hostil al jefe de Estado sirio, Hafez el Asad, que con casi 50.000 soldados controla un tercio del territorio libanés.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Estados Unidos refuerza entonces su dispositivo naval frente a las costas libanesas, ante las que se concentran una treintena de barcos de guerra, incluidos tres portaviones, cuya fuerza aeronaval entró por primera vez en acción el 4 de diciembre, bombardeando baterías antiaéreas sirias que habían abierto fuego, sin alcanzarlos, contra aviones de reconocimiento norteamericanos.

Pero ni las incursiones de la aeronaval, ni los golpes asestados por los cañones del superacorazado New Jersey, que disparan proyectiles de 1.200 kilos, consiguen doblegar la voluntad del presidente sirio, para el que "Líbano y Siria" constituyen una sola nación.

Las crecientes presiones de un Congreso cada vez más reacio y de una opinión pública cada vez más hostil a la presencia militar de EE UU en Líbano, combinadas con las sucesivas derrotas del Ejército de Gemayel, incitaron a Reagan a ordenar la evacuación de los marines, que se esforzó por disimular tomando simultáneamente una decisión aparentemente enérgica, pero no siempre aplicada: la entrada en acción de la VI Flota cada vez que el sector cristiano de Beirut sea bombardeado por cañones drusos o sirios.

Ronald Reagan sufre así un grave revés en política exterior en un país cuya permanencia en la esfera de influencia occidental había considerado "vital".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_