Reagan advierte a Irán que Estados Unidos no tolerará el cierre del estrecho de Ormuz, y recuerda su presencia naval en la zona
Con la promesa de que Estados Unidos no permitiré, el cierre del estrecho de Ormuz a pesar de la guerra entre Irán e Irak, y justificando sus indecisiones sobre la presencia de los marines en Líbano, el presidente norteamericano, Ronald Reagan, celebró ayer en la Casa Blanca su vigésimo segunda conferencia de prensa desde que asuinió la presidencia y primera desde que anunció que se presentaría a la reelección.
Reagan que estuvo a la defensiva y vulnerable calificó de "buen signo" el cambio de líder en Moscú y prometió quue continuaría la recuperación económica.El presidente norteamericano, sin grandes sonrisas y con un aire sombrío, dio muestras de firmeza al garantizar que EE UU no permitirá el cierre del estrecho de Ormuz, en el golfo Pérsico, como consecuencia de la guerra entre Irán e Irak. "Tenemos una fuerza naval casi permanente en la zona", dijo el presidente, lanzando una seria advertencia a Irán.
El portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes, fue, todavía más explícito a este respecto, ya que el pasado martes declaró que los Estados Unidos estarían dispuestos a hacer "lo que fuere necesario" para mantener abierta esa vía marítima internacional.
El gran escollo de Líbano
Sin embargo, el asunto de la guerra del golfo Pérsico quedó eclipsado en la conferencia de prensa por las numerosas pregun tas sobre la situación en Líbano ¿Por qué se retiran los marines? ¿Por qué llegó tan tarde la orden de retirada? ¿Por qué tanta indecisión a la hora de concretar la salida americana del territorio libanés? ¿Por qué estaba de vacaciones el presidente en plena crisis de Líbano? ¿Cómo explicar el papel de Estados Unidos en el conflicto de Oriente Medio a las familias de los 264 soldados norteamericanos muertos en Beirut si al final se da marcha, atrás?.
Una a una, el presidente fue ea peando las incisivas preguntas -de enorme impacto en la opinión pública en el actual momento electoral- con mayor o menor acierto. Reagan insistió en que no se trata de una retirada, sino "sólo de un repliegue hacia posiciones más- seguras". No excluyó que los marines puedan volver a Beirut, si ello puede significar una mejora en la situación.
El presidente habló de que algu nas familias de los soldados muer tos le habían manifestado su com prensión por la misión en Líbano. Reagan que asumió la responsabilidad total sobre la orden de retirada de los marines, desmintió los rumores sobre I.a posible dimisión del secretario de Estado, George Shultz, y le felicitó por su "excelente labor" en Oriente Medio.
Una vez abordados los aspectos más espinosors de su política, Ronald Reagan se extendió sobre la situación económica. El presidente reiteró una vez más su oposición a los aumentos fiscales al tiempo que defendía como "razonable" su propuesta de gastos de defensa. A este respecto, señaló, que el Pentágono ya había recortado su presupuesto en 16.000 millones de dólares, antes de solicitar lo 305.000 para 1.985.
Esta cifra que supone un incremento de un 13% sobre este año, en términos reales, choca con la máxima preocupación de la Casa Blanca de reducir el déficit económico que 'Reagan situó en 180.000 millones de dólares para 1985.
Reagan ofreció la posibilidad de rebajar en 100.000 millones esa cifra si se aceptaban sus propuestas de recortar gastos sociales y aumentar los ingresos mediante la eliminación de "escapatorias" fiscales. No olvidó mencionar la necesidad de coribatir el crimen e introducir la plegaria obligatoria en las escuelas, tema electoralista al que los conservadores norteamericanos son rnuy sensibles, y mencionó a rengllón seguido y sin ataques retóricos, el cambio de liderazgo en el Kremlim.
El presidente norteamericano recordó que su Administración se sentirá "muy satisfecha" de mejorar las relaciones con la Unión Soviética y saludó como "un buen signo" el que Constantin Chernienko aceptara el principio de inspección sobre la destrucción de armas quírnicas, en el contexto de una negociación destinada a eliminar dicho tipo de armas.
En definitiva, Reagan apareció a la defensiva en una conferencia de prensa que ha demostrado ante todo, que un tema de política exterior (en este caso Líbano, como lo fue hace cuatro años Irán para James Carter) puede repre sentar un serio escollo en un campaña electoral.
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