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Siete días de febrero

La sustitución de Abba por música clásica en la televisión soviética fue el preludio de una semana llena de acontecimientos

Esta es la cronología de una semana muy especial en Moscú, aunque todo parecía normal en la mañana del jueves 9. Pero algunos signos externos y las conjeturas de los más perspicaces hicieron adivinar a los corresponsales que algo estaba sucediendo en las cámaras ocultas del poder. El posterior anuncio oficial del óbito de Andropov desencadenó una serie de acontecimientos: las especulaciones en torno a su sucesor, las honras fúnebres por el dirigente desaparecido y la reunión de altos dignatarios de diversos países en Moscú. Siete jornadas apretadas que recuerdan lo que sucedió tras la muerte de Breznev. Pilar Bonet, corresponsal de EL PAIS en la capital soviética, realiza un balance de esos siete días.

9 jueves

Por la mañana, -todo parece normal. Desde la portada de Pravda, los tres cosmonautas soviéticos, que se disponen. a ensamblar la nave Sojuz T-10 con el complejo orbital Salyut-7, contemplan a los lectores. La agencia Tass sigue pidiendo la retirada de la fuerza multinacional de Líbano e informa de la entrada en funcionamiento de la estación número catorce del gasoducto siberiano. En su calidad de presidente de la reforma escolar, el miembro del Politburó Constantin Ustinovich Chernienko se reunió ayer con una comisión de trabajo, según informa la Prensa de hoy. Dios síntomas alarmantes que habían despertado una oleada de especulaciones -la precipitada vuelta a Moscú de Igor Andropov., el martes, y la anulación de la visita que el ministro de Defensa, Dimitri Ustinov, debería haber emprendido a la India el lunes- siguen, aparentemente, sin cristalizar en algo concreto.

Todo parece tan rutinario que sólo los más perspicaces se aperciben de que los elementos están adquiriendo una configuración fatal. A las 20.15 horas, un concierto del grupo Abba, que debía ser transmitido por televisión, es sustituido por un programa de música clásica. A las 23.35 horas, un programa radiofónico dejazz corre el mismo destino. Las retransmisiones de los Juegos Olímpicos de Sarajevo, sin embargo, continúan con normalidad.

El corresponsal del Washington Post en Moscú, el veterano periodista de origen yugoslavo Dusko Doder, que ya había cubierto la muerte de Tito y la de Breznev, capta la onda y se lanza a la calle. El centro de Moscú está tranquilo, ,pero las luces del edificio de la KGB (Comité de Seguridad del Estado), la famosa Lubianka, están encendidas, y lo mismo ocurre con las luces del Ministerio de Defensa y el edificio del Estado Mayor. Doder expone los hechos y arrincona al lector contra las conclusiones. Los síntomas eran los mismos que la noche en que murió Breznev. Yuri Andropov podría haber muerto a su vez. Nueve horas han de pasar hasta que los primeros informes de los servicios secretos norteamericanos lleguen a la Casa Blanca, con el mismo material que Dodér, cuya historia va perdiendo terreno en el periódico para acabar escondiéndose. en páginas interiores, según explicaba Doder a esta corresponsal varios días más tarde, ya distendido y enfundado en una bata frente a un café matutino.

"Venga, venga, venga. Se va a caer muerto con todos estos rumores", dicen que dijo el embajador soviético en Washington, Dobrynin, aquella misma noche en la capital norteamericana. En parte, tenía razón. Andropov había muerto a las 16.50, hora de Moscú.

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En la capital soviética, la temperatura, a mediodía, ha sido de 130.

10 viernes

Amanece nevando suavemente sobre Moscú. El programa humorístico radiofónico de las 7.05 de la mañana ha sido suspendido. Las emisoras se limitan a dar música clásica. Las noticias -el Soiuz T-10 ha ensamblado correctamente con el Salyut-7- no justifican los tristes compases de Chopin, Sibelius o Chaikovski. Cunde la alarma. Diplomáticos y periodistas se abalanzan sobre los teléfonos. "No podemos decir nada. Escuchad nuestros comunicados", replican los responsables de la radio a las insistentes preguntas. No cabe duda, un alto dirigente ha muerto. Falta el nombre. Éste llega a las 14 horas. Igor Kirilov, el locutor que, con "profundo pesar", anuncia la muerte del secretario general del Partido Comunista de la URS S (PCUS) y presidente del Presidium del Soviet Supremo, Yuri VIadimirovich Andropov, no carece de experiencia en la difusión de tan tristes mensajes. Quince meses antes había anunciado la de Leonid Illich Breznev. Tampoco carece de experiencia el, profesor Eugheni Ciazov, jefe del equipo de especialistas de la Academia de Ciencias de la URSS que firmaron el comunicado de defunción difundido por la noche. El profesor Ciazov firmó también el certificado de defunción de Breznev.

Lo que aquejaba a Yuxi Andropov no era, pues, una gripe o un resfriado, como tantas veces habían pretendido los funcionarios soviéticos. Lo que ha segado la vida del dirigente soviético, sometido a hemodiálisis desde febrero de 1983, ha sido algo más grave: nefritis intersticial, nefrosclerosis, hipertonía secundaria, diabetes, insuficiencia renal crónica, cambios distróficos en los órganos internos, hipotonía progresiva y, finalmente, un creciente fenómeno de insuficiencia cardiovascular.

A lo largo de la tarde, Moscú se va llenando, poco a poco de banderas rojas y crespones negros, pero los moscovitas tardan en reaccionar. Para la mayoría, Yuri Andropov era "un hombre digno de respeto"; para algunos, también de "temor". En realidad, el ciudadano soviético había tenido poco contacto con él. Se le vio poco en público, ya que, desde mediados de agosto, evitó las audiencias y las fotos. De su vida privada se sabía que tenía un estilo parco y austero -prefería su piso de Moscú a las comodidades de un chalet en el campo, y no era aficionado a los coches de gran lujo como su antecesor-, pero poca cosa más. Su permanencia en el poder, sin embargo, se ha notado en una mejor gestión económica -la producción aumentó un 4% en 1983- y en los intentos de aumentar la disciplina y la moralidad pública.

Constantin Ustinovich Chernienko, de 72 años (tres más que el fallecido), recibe el encargo de presidir la comisión funeraria en honor de aquél, cuya vida fue "un ejemplo de servicio generoso a los intereses del partido y del pueblo, a la gran causa de Lenin". Se anuncian cuatro días de duelo.

La temperatura de Moscú, a mediodía, ha sido de - 11 grados.

11 sábado

Una franja negra ribetea la portada de los periódicos. Como todos los sábados, hay un animado ambiente de compras en Moscú, y en los almacenes Gum, un edificio de finales del siglo XIX cuyas características fachadas dan a la plaza Roja, los compradores hacen cola frente a las cajas. Las banderas rojas y los crespones negros invaden ya toda la ciudad. La fachada del teatro Bolshoi parece un inmenso telón carmín. Junto a la Casa de los Sindicatos se van instalando los equipos móviles de la televisión soviética. A partir de las tres de la tarde, el cuerpo de Yuri Andropov, cubierto de flores, queda expuesto al público en la sala de las Columnas de este edificio del siglo XVIII, sobre cuya entrada principal cuelga un enorme retrato del fallecido. Es precisamente en la sala de las Columnas, antiguo auditorio de conciertos sinfónicos de la Asociación Musical Rusa, donde en su día fueron instaladas las capillas de Lenin, Stalin y Breznev. La fila de los que esperan para despedirse de Andropov alcanza varios centenares de metros. Entre los que acuden abundan los uniformes, los veteranos de guerra y los héroes del trabajo socialista, luciendo sus condecoraciones. Para llegar hasta el cadáver hay que recorrer largos pasillos adornados con flores y banderas, cuyas ondulaciones producen la sensación de estar flotando. El paso frente al féretro, del cual solo asoma la cara lívida del fallecido, es ligero, a instancias del servicio de orden que vigila la sala, en uno de cuyos ángulos una orquesta toca música solemne. El centro de Moscú, cortado al tráfico de vehículos y peatones, está desoladoramente vacío, con excepción de un gran despliegue de miembros de los servicios de seguridad. En la calle Gorki, todas las tiendas están cerradas, y sólo la farmacia situada casi en la esquina de la avenida Marx permanece abierta. Entre los que acuden a despedir a Andropov está el patriarca de la iglesia ortodoxa rusa, Pimen. Las especulaciones sobre el heredero político de Andropov han perdido la contención y el respeto. Las hipótesis se basan en los datos más variopintos. La manera de caminar, de dar el pésame a la familia o de colocarse junto al féretro por parte de cada uno de los miembros del Politburó son considerados significativos. Hay quien cree que el Politburó se ha reunido hoy mismo, tal vez con una representación restringida del Comité Central, y que el nombre del sucesor está ya decidido. La temperatura a mediodía, en Moscú, fue de -10º centígrados.

12 domingo

Segundo día de luto oficial. De nueve de la mañana a diez de la noche continúa el desfile de visitantes frente al féretro de Andropciv. En los cines echan películas de las denominadas patrióticas, donde se narran los episodios más importantes de la revolución soviética en clave heroica. Los programas televisivos alternan este tipo de cintas con los documentales sobre la naturaleza y los conciertos de música clásica. Las páginas dé Pravda están llenas de condolencias enviadas desde los más remotos rincones del país. Desde las pantallas de televisión y las páginas de los periódicos, multitudes de ciudadanos soviéticos de aspecto compungido alzan retratos de Andropov con una franja de luto. La Prensa insiste, sin embargo, en abordar el futuro como si nada hubiera pasado. Junto a los mensajes de duelo se abordan las expectativas de la próxima cosecha y se discuten problemas de la agricultura o la producción industrial.

En el parque Gorki pasean las familias endomingadas y juegan los niños. El día es luminoso, espléndido.

Pese a la mala salud que, según algunas fuentes, le ha tenido alejado durante meses de la actividad

Siete días de febrero

política (asma, problemas pulmonares), Constantin Chernienko, un hombre de origen ruso y pómulos asiáticos, comienza a perfilarse como el sucesor. Este hijo de humildes campesinos siberianos, de aspecto robusto y carrera sólidamente cimentada, no olvida nada "ni siquiera el más trivial detalle" como dijera de él Breznev al condecorarle en una ocasión.En la catedral de BogoyavIenski, Pimen y un gran número de dignatarios de la iglesia ortodoxa rusa ofician una vistosa ceremonia litúrgica y un réquiem en memoria del fallecido. Pimen afirma que la muerte de Andropov es una enorme pérdida para todas las gentes de paz en la tierra. Tanto Stalin como Breznev fueron honrados con ceremonias semejantes en la catedral de Moscú.

El día ha transcurrido como una pequeña tregua entre la reunión del Comité Central de mañana y el entierro del martes. Los periodistas acreditados en Moscú ponen en orden las biografias de los candidatos y concentran sus fuerzas. La temperatura a mediodía, en Moscú, fue de - 10º centígrados.

13 lunes

Una zigzagueante cola de personas que aguardan para dar el último adiós a Andropov ilustra la portada de Pravda. El centro de la ciudad sigue cerrado al ciudadano de a pie, pero numerosos coches oficiales de color negro -chaikas y volgas- han cruzado los controles. El Comité Central está reunido. A las dos de la tarde, hora de Moscú, se sabe el resultado. La fumata blanca no asoma por el tejado del edificio del Comité Central, en las cercanías del monumento a las víctimas de la guerra ruso-turca de 1877-1878. El que asoma es de nuevo el presentador Igor Kirilov en la televisión. Kirílov verifica la hipótesis más extendida. El nuevo secretario general es Constantin Ustínovích Chernienko, de 72 años, un miembro de la vieja guardia del Kremlin. Tijonov, el jefe del Gobierno y el miembro más anciano del Politburó, con 78 años, califica a Chernienko de "organizador de talento, propagador de las ideas marxista-leninistas, combatiente irreductible por la aplicación de la política de nuestro gran partido". Según Tijonov, Chernienko es un "hombre que sabe estimular a la gente con su energía y su enfoque innovador".

El nombre de Chernienko provoca una cierta desilusión inicial en fuentes soviéticas consultadas por esta corresponsal. Dicen que es demasiado anciano y le califican de rígido. "De hecho", afirman, "casi no sabemos nada de él. Sólo que era amigo de Breznev".

A lo largo del día van llegando las delegaciones extranjeras para asistir al faneral. Al vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y al ministro del Exterior, Fernando Morán, integrantes de la delegación española, les recibe en el aeropuerto el ministro de la Flota Marítima, Timofei Borisovich Gorhenko. La, televisión enfoca a los invitados desfilando ante el féretro de Andropciv. Ahí están Fidel Castro y Jaruzelski, ambos en uniforme, y muchos otros. Al presidente rumano, Nicolai Ceaucescu, casi ni le enfocan.

A las diez de la noche se cierra al público la cámara mortuoria. La temperatura de Moscú, a mediodía, ha sido de -9º centígrados.

14 martes

A primera llora de la mañana, grupos de obreros continúan tra bajando en el acondicionamiento de la calzadadel viejo Arbat, uno de los barrios con más solera de la capital, víctirna en gran parte del trazado urbanístico moderno de la ciudad.

A las 11.30 horas, el cortejo fúnebre se pone en marcha desde la Casa de los Sindicatos hacia la plaza Roja. Para llegar aquí como simple espectador hay que mostrar la acreditación -una tarjeta roja y negra- por lo menos una docena de veces. Militares con coronas de flores, generales con cojines de terciopelo donde van prendidas las condecoraciones del difunto, preceden al féretro cerrado, que ha sido colocado sobre una cureña. Dos soldados, al paso de la oca, flanquean el ataúd.

Desde la tribuna del Kremlin, sobre el inausoleo de Lenin, Chernienko habla vinos pocos minutos De cuando en cuando se atropell o tose. A las 11.45 horas, el féretro .desciende a la tumba. La actividad del país se paraliza cinco minutos. Suenan las sirenas de las fábricas y las salvas de artillería. Las diversas compañías militares concentradas en la plaza rinden honores al fallecido. La ceremonia fúnebre ha terminado. Los espectadores se alejan a pie de la plaza Roja. En la estación de metro de Prospect Marxa, unos soldados compran jacintos a una florista.

Para los huéspedes de honor comienza ahora la verdadera jornada de trabajo. En la sala de San Jorge, del Kremlin, cambian saludos con la nueva directiva soviética. En total son más de 60 jefes de Estado y Gobierno extranjeros los que se han concentrado en Moscú. Inatcher, Gandhi, Mauroz, Perti ni y Bush tienen el privilegio de ser recibidos por Chernienko el mismo día. Los aliados socialistas europeos, también, pero en bloque.

Las impresiones occidentales son optimistas y cautas. Los comunicados finales de los encuentros no permiten pronosticar cambios en la política exterior soviética.

Algunos observadores deducen del comportamiento de Chernienko que éste no goza de muy buena salud física. El vicepresidente norteamericano, George Bush, se ex presa positivamente sobre la agilidad mental del nuevo dirigente. Según Bush, Chernienko se ajus taba a la agenda del día sin tener que recurrir a las notas. En Esta dos Unidos, el rumor de que el presidente Reagan, algunos meses más viejo que Chernienko, ha sufrido un ataque cardiaco provoca la alarma en la Bolsa de Nueva York. El dólar baja, pero al final de la jornada la moneda norteamericana se recupera. En Moscú, al final de la jornada, las delegaciones extranjeras comienzan a abandonar Moscú.

La temperatura, a mediodía, ha sido de - 10º centígrados.

15 miércoles

El luto oficial ha concluido. Las banderas rojas desaparecen de las fachadas y el centro de la ciudad vuelve a estar abierto al tráfico. La candidata Nina Matova, que trabaja en una fábrica, ha sustituido a Andropov como aspirante a un sillón de diputado en el Soviet Supremo de la URSS en representación del barrio. de Proletarski, de Moscú.

La primera jornada de Chernienko tras el duelo está marcada todavía por los contactos internacionales posfúnebres. Fidel Castro, el nicaragüense Daniel Ortega, los representantes vietnamitas, el primer ministro canadiense, Pierre Trudeau, entre otros, pasan por su presencia. Entre los que no son recibidos está el viceprimer ministro chino, Wan Lin -el funcionario de más alta graduación de la directiva china que ha visitado Moscú en las dos últimas décadas-, que se entrevista con su homólogo soviético, tal como corresponde al estricto protocolo. A Arafat, por su parte, no parece que se le haga mucho caso, en opinión de quienes asistieron a la reunión oficial. Los visitantes, a su vez, aprovechan la ocasión para entrevistarse entre sí a vertiginoso ritmo.

La atención cotidiana, sin embargo, comienza a centrarse en otros temas, que en ningún momento han sido dejados de lado en los medios informativos soviéticos. Tass vuelve a expresar el punto de vista soviético sobre la situación en Líbano, y desde el viaje espacial en el que se hallan embarcados, los cosmonautas soviéticos Leonid Kizim, VIadimir Solovyov y Oleg Atkov explican sus impresiones.

La temperatura en Moscú, a mediodía, ha sido de - 10º centígrados.

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