Invertir un dólar para ganar ocho: perder el miedo a apostar por el clima y la biodiversidad
Expertos discutieron sobre las herramientas que se necesitan para ganar la confianza del sector durante el Foro Económico Internacional América Latina y el Caribe que se celebra en Panamá
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad lo están cambiando todo. Tanto, que la economía y las inversiones que atraviesan a América Latina y el Caribe también deben adaptarse a este escenario, uno donde colocar dinero en soluciones ambientales no solo es una urgencia planetaria, sino una tentadora alternativa para impulsar el desarrollo en la región. Así quedó claro durante el Foro Económico Internacional América Latina y el Caribe, organizado por CAF-banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, el Grupo PRISA y World in Progress (WIP), en el que se reflexionó sobre qué tipo de señales son necesarias para que el sector privado no tema invertir en estas iniciativas.
Aunque definir cuánto necesitan los países para enfrentar la triple crisis —la climática, la de biodiversidad y la de contaminación— es una tarea que, hasta el momento, parece imposible, hay algunos ejercicios que dan luces sobre su dimensión. Cálculos del Foro Económico Mundial han apuntado a que se necesitan 700.000 millones de dólares al año para hacer este giro. Mientras que durante la última Convención de Cambio Climático (COP29), celebrada a finales de 2024 en Azerbaiyán, se acordó movilizar 1,3 billones de dólares, entre públicos y privados, para 2035.
Para llegar allí, explicó Sonja Gibbs, directora General y jefa de Finanzas Sostenibles del Instituto de Finanzas Internacionales, ya hay varios instrumentos. Están los bonos verdes, los créditos de carbono y de biodiversidad —últimos que apenas se están desarrollando—, las cláusulas para huracanes, la financiación para la adaptación, la inversión mixta y los canjes de deuda, una figura que cada vez tiene más fuerza. “Lo que ahora piden los accionistas es una mejor divulgación, así como regulaciones más claras sobre qué cuenta como inversión verde, incluyendo que los países creen este tipo de taxonomías”, aclaró la experta.
Pese a la urgencia de la crisis ambiental, los inversores aún ven con ojos de desconfianza apostar su dinero en proyectos ambientales. “Son aportes que se perciben como de alto riesgo porque la gente no está segura de cuáles serán las ganancias”, aseguró Astrid Schomaker, secretaria Ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica “Hay que decirles que por cada dólar invertido, son ocho los dólares en ganancias”.
Durante el panel, que resaltó el protagonismo que tiene América Latina y el Caribe, ya que albergó en Cali, Colombia, la Convención de Diversidad Biológica (COP16) el año pasado, y va a ser el epicentro de la COP30 de Cambio Climático, que se realizará en Belém de Pará, Brasil, a finales de 2025, hubo una suerte de convergencia: aunque a las finanzas climáticas les falta mucho para lograr su objetivo, han avanzado. Así sea de a pequeños pasos.
Nadia Malpartida, gerente Senior de Sostenibilidad y Cambio Climático de EY, contó que en Perú la Superintendencia de Bancas creó una ruta de banca climática y construyó un programa de capacitación dirigido a sus funcionarios para que puedan asesorar mejor a las empresas sobre este híbrido que está entre lo climático y financiero. “Es un tema que está calando dentro de la estrategia de negocio. Son los mismos inversionistas y los comités de directorios los que están pidiendo que se mida el impacto en la sostenibilidad, y eso canaliza las inversiones”.
Por su parte, Mario Pardo, presidente Ejecutivo del BBVA Colombia, detalló algunas experiencias. “En la COP16, a través de CAF, logramos recaudar 50 millones de dólares para financiar la biodiversidad, y los últimos cuatro meses mostraron que se trata un caso de éxito”. Según comentó, 600 clientes dijeron que querían sumarse a la iniciativa, pero, debido a que no todos cumplían con los criterios ambientales que precisamente necesitan esas inversiones, solo 60 proyectos han sido financiados. “Igualmente, es una gran cifra para solo cuatro meses que demuestra el interés del sector”, aseguró.
No es una paradoja que parte de la solución a la triple crisis ambiental esté en la economía, a pesar de que fue la misma economía la que también la causó. Como comentó Juan Carlos Navarro, ministro de Ambiente de Panamá, para enfrentarla hay que parar la destrucción de bosques y acelerar el crecimiento de la energía limpia y renovable. Ambos objetivos en los que se debe invertir.
“Bienvenidos a la nueva realidad: el cambio climático es real”, dijo el jefe de cartera frente a una audiencia llena de inversionistas, empresarios y economistas, recordando cómo Panamá, sede del foro, perdió en los últimos dos años 1.000 millones de dólares por la sequía y entre 150 y 200 millones por inundaciones. “Estamos viviendo entre extremos”.
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