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La bancarrota llega a los clubes' británicos

La ausencia de espectadores en los campos británicos puede causar, en un futuro no demasiado lejano, la bancarrota de su fútbol, a pesar de que ahora dos clubes ingleses se hayan salvado de ella en el último momento. Un consorcio de hombres de negocios se ofreció el pasado lunes a pagar las deudas del Charlton Athletic, de Segunda División, un club que lo intentó todo (incluso el fichaje, del danés Alan Simonsen, el ex jugador del Barcelona) para aumentar sus recaudaciones, pero cuyas deudas ascienden a más de 230 millones de pesetas.

También la semana pasada, un providencial cheque salvó al Hartlepool de sumirse en una crisis financiera de la que es imposible salir y que asusta a los directivos de la Football Asociation por la influencia que pueda tener en los 92 clubes inscritos en ella.El análisis realizado para justificar la falta de aficionados en los campos de juego proporciona diferentes razones, como el incremento del vandalismo de los hinchas;- los malos resultados conseguidos últimamente en competiciones internacionales, tanto a nivel de clubes como de selecciones nacionales; el fútbol cada vez más defensivo y la crisis económica, que incita a no gastar en una localidad de un partido, con frío incluido, lo que se destina a cerveza.

Sin embargo, los hechos son claros: en la temporada 1977-78, los campos ingleses registraron la afluencia de 25.400.000 espectadores, bastantes menos de los 40 millones que acudieron a ellos apenas concluida la segunda: guerra mundial, pero más de los 18.800.000 que lo hicieron en la campaña pasada, 1982-83. De cualquier forma, muchos clubes ignoraron la cruel realidad de los números y continuaron confiando en la benevolencia de algún mecenas siempre dispuesto a tirar de talonario o en el traspaso millonario del jugador que destacase. Pero los mecenazgos son cada vez menos y el jugador transferido se lleva con él a centenares de aficionados, cuya única motivación para ver al equipo era deleitarse con las evoluciones de la estrella una, vez cada 15 días.

Los clubes se sienten inapaces de pagar unas deudas en las que se ahogan más y más. Así, hasta los famosos Tottenham Hospurs o Chelsea se vieron en la imposibilidad de devolver el principal crédito y sus intereses solicitado para remozar las tribunas de sus campos de juego. El Chelsea, en concreto, invirtió más de 1.000 millones de pesetas. La política del avestruz, esconder la cabeza ante el peligro, fue constante durante años hasta que algún club comenzó a darse cuenta de lo tangible del problema y a buscar soluciones; la primera, la publicidad.

El Derby County, con débitos por encima de los 400 millones de pesetas y con una demanda por falta de pago de impuestos que se revisará el próximo mes, vendió su uniforme a la firma sueca de automóviles Saab. Fue como si se hubiera abierto la compuerta y las aguas hubiesen abandonado el pantano.

El Arsenal fue el siguiente club, con un contrato de 3 años por 138 millones de pesetas con la marca japonesa JVC. Después, el Manchester United, con Sharp. Y, así, sucesivamente, hasta llegar incluso a que la asociación de fútbol -la Liga Profesional- buscase un patrocinador para el campeonato, Cannon, también japonés, así como la televisión en directo, rompiendo toda una tradición, de 10 partidos.

A pesar de todo, el acuerdo con televisión ha sido fuertemente criticado por algunos clubes, que creen que el acceso de las cámaras a los campos de juego puede ser la puntilla. El famoso deporte sillón ball es una grave amenaza para todos ellos, así como la queja de los equipos de categorías inferiores, que entienden que esos ingresos harán más ricos a los poderosos, pero empobrerá aún más a los débiles.

El fútbol británico ha incorporado así a la delicada situación futbolística de toda Europa. Lejos está aún de los más de 1.000 millones de pesetas que adeudan algunos clubes españoles, pero el Canal de la Mancha también es más estrecho cada vez en esta cuestión.

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