Pedro Borja
Dentista valenciano, tiene uno de los museos de odontología más importantes del mundo, con instrumentos del siglo XVI
Pese a que ha llovido mucho desde aquel 24 de julio de 1908 en que nació, Pedro Borja conserva una evidente buena forma física, practica como radioaficionado, pinta de vez en cuando y no se priva de tomar algún whisky y vino de Rioja. Hace gala de un excelente sentido del humor y confiesa que, aunque hace bastante tiempo que está jubilado como odontólogo, no puede resistir la tentación de dar alguna que otra vuelta por la consulta de su hijo, odontólogo como él.
Pero el más destacado mérito de este valenciano nacido en Ontinyent (Onteniente) y residente en Gandía es una gigantesca colección de los más diversos instrumentos y objetos relacionados con la odontología, que datan desde el siglo XVI hasta principios del XX Ese auténtico museo, que ha sido visitado por numerosos especialistas de diversos países, es lo que le ha valido su reciente nombramiento como miembro honorario de la Academia Americana de Historia de la Odontología.El museo odontológico de Pedro Borja ocupa toda una planta de la casa que habita y reúne más de 2.000 piezas, que incluyen desde un laboratorio dental primitivo hasta elementos de consultas de diferentes épocas, prótesis, fórceps y documentos importantes, algunos de ellos muy antiguos. La colección cuenta con objetos tan curiosos como un espejo en forma de molar, procedente de una consulta, o tan interesantes como un horno de coque Battessen-Worck para dientes de porcelana.
Instrumentos de la realeza
El odontólogo norteamericano Ben Swanson, que fue quien propuso al doctor Borja para miembro de la Academia Americana de Historia de la Odontología, cita en la comunicación que realizó para ello como piezas especialmente valiosas de la colección los "instrumentos quirúrgicos de distintos dentistas de la realeza española". Precisa también que "los fórceps y el diseño de instrumental son una especialidad de esta colección, quizá la mayor de ambos tipos, grandes y pequeños, de los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX".
Pedro Borja recuerda perfectamente cómo nació en él la afición por coleccionar estos instrumentos: "Acabé la carrera", dice, "en 1930, y entonces compré una clínica y un taller para establecerme como dentista. Al examinar los objetos que había adquirido me sorprendí al encontrar entre ellos gran cantidad de piezas antiguas y valiosas, que despertaron en mí la idea de coleccionar y clasificar este tipo de instrumentos".
Desde entonces hasta ahora ha ido localizando él mismo objetos de interés para su colección o recibiendo donaciones de diversos colegas. La clasificación y conservación de los objetos expuestos ha estado a cargo únicamente del doctor Borja, que se muestra muy orgulloso de poseerlos.
El museo, en realidad, no tiene carácter de tal, pues su visita está reservada a las personas con interés científico por las piezas que encierra.
Junto a su pasión por este tipo de coleccionismo, Borja ha escrito numerosos estudios sobre aspectos de su profesión y entre sus clientes figuró la cantante Lucrecia Bori. "Le puse un puente tan cómodo que nunca le molestó para cantar".
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