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GALICIA

Desarticulada en La Coruña una banda de peligrosos delincuentes

Manuel Rivas

Con la detención, el pasado viernes, de dos jóvenes con abundante historial delictivo, la policía considera prácticamente culminada la desarticulación de una banda definida como "peligrosa y osada", que actuaba en la comarca coruñesa y a la que se le atribuye el asesinato de una persona en el transcurso de un atraco a la barra americana Bali-Hai, en el municipio coruñés de Sada, la madrugada del pasado 22 de enero.Isidro Barreiro, de 21 años, presunto autor del disparo que mató a Rogelio López, un trabajador de Sada que había salido con unos amigos a tomar unas copas, y el miembro considerado más destacado de la banda, Arturo Lamas, de 20 años, habían sido detenidos días atrás en sendos cercos polícíales. Con las detenciones, el pasado viernes, de Julio César, de 22 años, y José Ramón Martínez, de 27, la Brigada Judicial considera prácticamente cerrado el caso, mientras se trabaja en la recuperación de joyas y otros objetos presuntamente sustraídos por el grupo en el amplio cómputo de robos y atracos que se les atribuyen.

El pasado 22 de enero, al entrar en el Bali-Hai, los asaltantes hicieron dos disparos de intimidación, rozando la cabellera de un cliente. Enarbolaron con aire marcial sendos nunchakos y desvalijaron la caja y las pertenencias de 15 atemorizadas personas. Rogelio López entró en el local en aquel momento con otros dos compañeros. De un golpe cayó serrilínconsciente al suelo y una bala del calibre 38, disparada con un revólver Llama, le penetró por el ojo derecho, produciéndole la muerte.

El "jefe" de la banda, Arturo Lamas, parecía un buen chico. Lo comenta un inspector de la brigada coruñesa, mientras repasa su abultado expediente. Desde muy crío, su pasión fue el volante y tiene fama de virtuoso a bordo de los automóviles. En su currículo polícial también figura subrayado otro rasgo de identidad: es un osado. Arturo Lamas entró un buen día en la barra americana Malami, en Arteixo, y pidió varios whiskies. Uno detrás de otro. Entonces se volvió hacia la concurrencia, asomándole por el escote de la camisa los ojos de un gran coyote tatuado, y cuentan que dio el toque de atención: "¡Ea! Soy el del suceso de Sada".

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