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Los atentados de Algorta y Lasarte han marcado el signo de la intensa campaña preelectoral de los partidos vascos

Con el asesinato del antiguo miembro de ETA Miguel Francisco Solaun y el atentado ocurrido ayer en Lasarte contra un guardia civil retirado que ha logrado salvar su vida, la violencia terrorista ha asomado este fin de semana electoral en el País Vasco como preludio de la campaña a las elecciones autonómicas. "Para Solaun no ha habido amnistía", gritó ayer Xabier Arzallus, dirigiéndose a un grupo de excarcelados que pedían amnistía para los presos vascos en un mitin que el presidente del Consejo Nacional del PNV celebró en la localidad vizcaína de Cruces.

Arzallus dijo también a los alborotadores, durante el acto electoral: "Gritad, pero no olvidéis que nosotros somos los que podremos seguir hablando, porque nuestras manos no están sucias ni matamos a nadie. Para levantar y liberar a este pueblo no hacen falta tiros, sino trabajo".Una carta que Miguel Solaun escribió en 1981 a un amigo suyo, teniente de la Guardia Civil, confirma que ETA Militar le obligó a colaborar, bajo chantaje, en los preparativos del atentado destinado a volar la casa-cuartel de Algorta el día de su inauguración. "No soy ningún asesino", manifestaba en ese escrito Miguel Solaun, quien combatió al franquismo desde las filas de ETA y fue el principal artífice de la fuga de la cárcel de Basauri.

Fuentes próximas a su familia han indicado que la víctima se autodelató para evitar que se produjera una matanza al insinuar a la Guardia Civil la necesidad de inspeccionar el almacén del economato donde estaban depositados los 50 kilos de Goma 2, dispuestos para ser accionados a distancia mediante un dispositivo de radio. Se confirma igualmente que, tras su ingreso en la cárcel de Carabanchel, fue expulsado de la comuna que forman los reclusos de ETA Militar, quienes le propinaron una gran paliza, responsabilizándole del descubrimiento de los explosivos.

Para Euskadiko Ezkerra, partido con el que al parecer simpatizaba la víctima, el asesinato de Miguel Solaun, ingeniero industrial y gerente de una empresa de construcciones, "acentúa el carácter mafioso de la violencia practicada por ETA y deja al descubierto que aquellos que se reivindican de la misma han perdido el norte de sus justificaciones políticas y están cayendo en los procedimientos clásicos de degeneración de las organizaciones armadas". "Asesinar fríamente a una persona que había manifestado su repulsa a la lucha armada, se había acogido a las medidas negociadas por Juan María Bandrés (diputado por ese partido) y, en virtud de ellas, había sido indultado, constituye", afirma un comunicado de este partido, "un aviso para los propios militantes de ETA que pudieran decidir en el futuro acogerse a las medidas de reinserción".

ETA", afirma EE, "no quiere aceptar que ha perdido su guerra, no ha querido aceptar la decisión mayoritaria por la que la población vasca se dotó del Estatuto de Autonomía, y no quiere aceptar ahora la calurosa acogida que el pueblo vasco está dando a los etarras que han elegido seguir la lucha por los medios pacíficos. Consciente de su propia debilidad política, ETAm tiene que recurrir al terror para intentar mantener fidelidades orgánicas", sostiene Euskadiko Ezkerra.

El asesinato, calificado por Mario Onaindía como "el más cruel de la historia de ETA", ha sido duramente condenado por el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE), por el PCE-EPK (partido comunista) y por Marcos Vizcaya, diputado del PNV, que lo define como "un golpe bajo que denota la catadura moral de los asesinos'.

Por otra parte, un guardia civil retirado, José Herrero Quiles, vecino de Lasarte, fue herido ayer en esa localidad guipuzcoana por un individuo que le disparó de frente, a quemarropa y a la cabeza, minutos después de las once de la mañana. La trayectoria de la bala, con entrada por la mejilla y salida por el cuello, no le afectó a los órganos vitales. Una de las balas disparadas por el asesino, que huyó a pie, rozó ligeramente un hombro a una vecina de Lasarte, Ángela Pacho, de 72 años. El herido fue trasladado al hospital de la Cruz Roja, donde anoche se recuperaba de sus heridas, que no parecían revestir gravedad. José Herrero Quiles, de 65 años de edad, natural de San Sebastián, casado y con dos hijos, formó parte de la Guardia Civil durante 10 años y abandonó ese cuerpo hace seis.

Por otra parte, un amplio dispositivo policial impidió a mediodía de ayer en Bilbao que se desarrollase una manifestación convocada por Herri Batasuna en protesta por la guerra sucia. La concentración había sido prohibida expresamente por el gobierno civil.

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