Miguel Shiao, un chino español
Propietario de restaurantes y tiendas de objetos orientales, es traductor e intérprete oficial del Gobierno
Por iniciativa del ministro Martín Artajo, el Gobierno franquista concedió en los años cincuenta medio centenar de becas a estudiantes de Taiwan, sumándose así a la campaña de apoyo a aquel país. Uno de ellos, Miguel Shiao (entonces 21 años), dejaba una familia dividida entre los dos regímenes chinos, que ha tardado casi 20 años en visitar, y se enfrentaba a un mundo desconocido. Hoy, a sus 48 años -casado y padre de tres hijos-, regenta varios negocios, es traductor, intérprete habitual del Gobierno español y no ha dejado de interesarse por mejorar las condiciones de vida de sus compatriotas. En breve pondrá en marcha la asociación de chinos residentes en España,
Miguel Shiao era uno de los 50 estudiantes de Taiwan que el 13 de agosto de 1956 llegaron a Irún, procedentes de Marsella, hasta donde habían llegado en barco, y se vieron desbordados por una improvisada, curiosa y entusiasta multitud, que, entre gritos, besos y abrazos, les cohibió y ruborizó, "en especial, los sonoros besos de las mujeres", costumbre inusual en China. Para Miguel Shiao, este fue el primer contacto con su nueva patria, en la que ha vivido los últimos 28 años y a cuya nacionalidad se acogió en 1973.Atrás dejaba, como tantos de sus compatriotas, una familia dividida. Su padre había seguido hasta la isla de Formosa al régimen nacionalista, del que era funcionario, y le llevó con él; su madre y sus hermanos permanecieron en Tsing-Tao (República Popular China), de donde eran originarios. Ha tenido que esperar casi 20 años -hasta 1973, en que España estableció relaciones diplomáticas con la República Popular- y renunciar a volver a Taiwan, para poder visitar a su familia.
Cursó Filosofía y Letras, rama, de Pedagogía, en un país extraño, del que desconocía el idioma -estudiaba, con el diccionario en la mano, una media de 16 horas diarias- y a cuya cocina, a base de aceite de oliva, le costó acostumbrarse. Terminada su licenciatura, se encontró con el inesperado problema de que los extranjeros no podían ejercer en España. Tal incidencia no desanimó a Miguel Shiao -alto, complexión atlética, emprendedor y entusiasta del sistema de vida norteamericano-, y puso en marcha uno de los primeros restaurantes chinos de nuestro país, en la calle de Leganitos, en Madrid.
Este negocio inicial, al que siguieron otros de venta de productos alimenticios de Extremo Oriente, le permitió en 1978 abrir su propia oficina de importación. En la actualidad regenta dos restaurantes y tres tiendas de objetos de su país en tres ciudades españolas. Desde 1975 importa también libros y revistas chinos, y ha participado en las seis últimas ediciones de la Feria del Libro de Madrid y en la última de Barcelona. De su recetario de cocina china lleva vendidas siete ediciones, y prepara la siguiente, aumentada e ilustrada. Ha hecho traducciones para empresas y organismos españoles y vertido a nuestro idioma al autor chino Lu Sin. En los últimos años es el intérprete habitual del Gobierno español ante las autoridades de la República Popular que visitan nuestro país.
Es fundador y primer presidente de la asociación de chinos residentes en España, cuya puesta en marcha está pendiente de los últimos trámites en el Ministerio del Interior. En nuestro país viven actualmente unos 5.000 chinos, en su mayoría pequeños propietarios de restaurantes. Su principal dificultad es el idioma, y, por lo general, no han tenido problemas raciales ni laborales para integrarse en la sociedad española, aunque la crisis económica se ha dejado sentir en algunos de ellos. Los chinos consideran España como un país "muy acogedor" y coincidente con algunas de sus costumbres. "El español", concluye Miguel Shiao, "es el más oriental de los europeos".
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