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RELIGIÓN

El Papa instruye a los jueces de la Sagrada Rota para que agilicen las anulaciones matrimoniales y no añoren el pasado

Juan Arias

En un discurso a los miembros de la Sagrada Rota, Juan Pablo II ha pedido a estos jueces más rapidez en la concesión de las anulaciones matrimoniales y que no sean nostálgicos del pasado. Recordándoles que el nuevo código de derecho canónico ha entrado en vigor desde hace dos meses, les ha dicho, citando a Cicerón: "Vosotros sois la ley misma que habla".

El Papa ha dicho que el nuevo código se puede considerar "como el último documento del Concilio Vaticano II", y ha encomendado a los jueces que lo estudien a fondo, con el espíritu del Concilio, considerándolo no como una revisión del código anterior, sino como un documento nuevo.

Sobre las anulaciones matrimoniales, el Papa ha puesto en guardia contra quienes albergan aún nostalgia hacia el viejo código y contra el peligro de que pueda acabar "leyéndose el nuevo documento en la perspectiva del anterior". Esta actitud, dijo Juan Pablo II, podría "anular la fuerza innovadora del nuevo código".

Y ha tocado enseguida un punto crucial: la lentitud en las prácticas de la anulación del matrimonio y la preparación inadecuada de los jueces, los cuales, dijo el Papa, "no deben ignorar los progresos innegables de las ciencias biológicas, psicológicas, psiquiátricas y sociales".

En este campo, subrayó el papa Wojtyla, "debe brillar la ecuanimidad y sabiduría del juez eclesiástico: conocer bien la ley, penetrar su espíritu para saberla aplicar mejor, estudiar las ciencias auxiliares, especialmente las humanas, que permiten un conocimiento profundo de las personas".

Aligerar formalidades

El Papa dijo a los jueces eclesiásticos que el nuevo código de derecho canónico ha querido obviar una "crítica frecuente y no siempre infundada, concerniente a la lentitud excesiva de la duración de las causas de anulación". Y añadió que es necesario que se apliquen los jueces de la Sagrada Rota "para crear una administración de la justicia más ágil y funcional, aligerando las formalidades, reduciendo los tiempos y aumentando los poderes discrecionales del juez".Todo este esfuerzo que se ha hecho en el nuevo código "no debe diluirse con tácticas dilatorias, o por falta de interés en el estudio de las causas, o por una actitud de pereza, o por falta de pericia en la aplicación de los procedimientos". Juan Pablo II ha exhortado también a los jueces para que sean "imparciales y libres de todo prejuicio".

Y ha dicho muy explícitamente el Papa que si, por una parte, la Iglesia no cesará nunca de salvaguardar la dignidad y la indisolubilidad del matrimonio, por otra es necesario que los jueces apliquen con preparación y rapidez la ley, para que donde en realidad no existe ya matrimonio los católicos no deban sufrir eternamente esperando una sentencia definitiva.

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