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El 'caso Salomo' y el fraude del aceite de colza

Salomó vendió aceite tóxico que fue destinado luego al consumo, según el auto de procesamiento

El auto de procesamiento dictado contra Enrique Salomó, propietario de la empresa del mismo nombre, dictado el 26 de marzo de 1982, pero que no había sido hecho público, señalaba que éste vendía vendido aceites industriales a través de un intermediario a la socieii1ad Aceites Valencia, constituida por los hermanos Agustín y Tomás Baviera que lo desviaron al consumo humano. Este aceite contenía diversas sustancias tóxicas que impedían su consumo.

En el auto del juez Alfonso Barcala se procesaba por delito contra la salud pública a siete personas, a las que se reclamó una fianza de 6.000 millones de pesetas para hacer frente a las responsabilidades pecuniarias que pudieran derivarse.Según el texto judicial, en abril de 1981 Salomó, propietario de una empresa dedicada al desdoblamiento de aceites vegetales y animales para uso exclusivamente industrial, ofreció a Ramón Surra Ochoa, administrador de la empresa Comintex, unas cisternas de aceite de colza crudo. Surra, a su vez, lo hizo a Agustín Baviera, gerente de la empresa Aceites Valencia. Baviera aceptó el ofrecimiento, y por mediación de Surra, adquirió de Salomó tres cisternas de aceite, cuyo peso total ascendió a 67.000 kilos.

Este aceite fue refinado en Industrias Tárrega de Valencia, donde expusieron a Tomás Baviera -hermano de Agustín y director técnico encargado de las actividades de laboratorio, refinado y envasado de Aceites Valencia- la imposibilidad de hacer desaparecer del aceite el fuerte color rojizo que presentaba.

Tomás Baviera acudió a la refinería y acordó con el químico de la misma tratar el aceite con mayor cantidad de sosa, pero como el color se mantenía, decidieron transportarlo a las dependencias de Aceites Valencia y refinarlo de nuevo. En esta operación tampoco se consiguió que desapareciera el color rojizo. Agustín Baviera, por mediación de Surra, se quejó a Salomó, que accedió a rebajar el precio en unas pesetas. Los hermanos Baviera decidieron mezclar el aceite y comercializarlo.

El análisis del aceite vendido por Salomó a Baviera, siempre según el auto de procesamiento, dio como resultado aceite con producto tóxico no utilizable para alimentación ya que contenía aminas aromáticas, anilina y anilidas grasas, así como sustancias químicas no autorizadas. El aceite que fue mezclado recibió diversas denominaciones o marcas como La Pista, Fantastic, Serranía y Yumi.

El aceite vendido por Salomó procedía en su mayor parte de la empresa Rapsa, regida por los hermanos Bengoechea, de San Sebastián, y era de la clase "colza desnaturalizada con anilina", no apta para la alimentación por la toxicidad del desnaturalizante. Rapsa había suministrado a Salomó durante el primer trimestre de 1981 unos 200.000 kilos. En la operación intervino como intermediario el industrial catalán Jorge Pich Garriga, que era administrador de la empresa Jorpi SA dedicada a productos y aceites industriales. Pich había, puesto en relación entre sí a las sociedades Rapsa, de San Sebastián, y Raelca, de Alcorcón (Madrid), aunque Juan Miguel Bengoechea ya conocía que Raelca se dedicaba al envasado y venta de aceite petra el consumo. Pich informó a Bengoechea de que Raelca vendía para el consumo humano el aceite industrial suministrado por Rapsa.

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Entre otras implicaciones de otros industriales como Ramón Alabart, Antonio Aguado e Ignacio Baixeras, el auto de procesa miento señala que el 17 de junio de 1981 se celebró en el restaurante Las Vegas de Zaragoza una reunión convocada por Juan Miguel Bengoechea, a la que asistieron su hermano Fernando, Enrique Salomó, Ramón Alabart (propitario de Alabart Hermanos SA) y Jorge Pich, que acudió por invitación de Salomó.

La reunión fue convocada por la alarma que había causado a Juan Miguel Bengoechea la noticia aparecida en los medios informativos de que se sospechaba que el aceite podía ser el causante de la enfermedad conocida como neumonía atípica. En la reunión se trató sobre las garantías que ofrecía la operación de refino a que había sido sometido el aceite de colza desnaturalizado servido por Rapsa, para su posterior destino al consumo humano y sobre si dicho procedimiento permitía la desaparición de la anilina existente.

Destruidos los archivos de la empresa

En la declaración prestada en la Audiencia Nacional el 30 de diciembre de 1981, y a la que ahora ha tenido acceso EL PAIS, Salomó afirmó que era el único propietario de la empresa, pero que el solar, la nave y la masía donde estaba ubicada, eran propiedad de su mujer Salomó manifestó sobre los dos incendios registrados en su fábrica que el primero se produjo en enero de 1981, (el síndrome tóxico se cobró su primera víctima el 7 de mayo de ese año) en la masía incorporada a la factoría, como con secuencia de que un grupo de jóvenes había querido robar una motocicleta. Pese a que el incendio fue pequeño afectó a parte de los archivos de la empresa. El segundo se produjo el 20 de marzo de 1981, y aunque los bomberos tardaron cuatro minutos en llegar desde que detectaron el humo, el siniestro fue total y se perdió toda la contabilidad. No se pudieron determinar las causas del incendio. Si bien las pérdidas fueron estimadas en cien millones de pesetas, el seguro sólo abonó 24 millones porque el capital asegurado era de 30 millones.

Salomó señaló que en el momento de producirse los incendios su situación no era holgada, pero tampoco apurada.

Después del incendio, Salomó mezcló los aceites y grasas que le habían quedado y que tenían distinto grado de acidez como consecuencia del incendio. Éstos estaban integrados por aceite de colza, oleínas de sebo, grasa animal, ácidos grasos de sebo mezclados cuya acidez sería de unos 25º y que sólo podían utilizarse para fines industriales. El total de los productos mezclados eran 140.000 kilos, de los que más de 100.000 fueron vendidos a Surra, que solicitó la rebaja de cinco pesetas en el precio por kilo, que era de 35, porque los aceites no eran claros. Después se enteró que Surra los había vendido a Aceites Valencia. Sin embargo, en la declaración a la policía dijo que las facturas para Aceites Valencia las había hecho su empleada Misericordia Bove.

Sobre la reunión de Zaragoza, Salomó declaró que los hermanos Bengoechea "estaban tristes, como si estuvieran hundido? y que Juan Miguel les dijo que la reunión era para tratar de aceites comestibles. Salomó aseguró que allí se había enterado de que Bengoechea había vendido a Raelca y a él mismo aceite de colza con anilina, por lo que se enfadó con él.

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