Abuso de autoridad
A las 21.30 horas del día 12 de enero del corriente año, la agente de la Policía Municipal de Madrid número 46.498, bajo amenazas a la persona a la que hacía cinco minutos había confiado mi coche para que lo aparcara, prohíbe: que me avise, que retire el coche y lo aparque (como así lo iba a hacer), que se mueva de la baldosa donde estaban posados sus pies, con amenaza de esposarle y llevarle a comisaría.Cuando soy avisado por una de las personas que se aperciben del hecho, la agente municipal disiente conmigo la autoridad sobre mi propiedad privada, me hace pasear de arriba abajo de la calle Ríos Rosas, amenazando e inquiriendo a los transeúntes para que no se acerquen a mí (supongo que para no informarme de los hechos acaecidos con el guardacoches de prohibición, amenaza y alevosía) y sin conocer ni saber si soy el propietario del automóvil, pues ni llaves poseía en ese momento, me cobra 1.500 pesetas por desplazamiento de grúa, que sólo había metido los travesaños delanteros en mi coche; 1.500 pesetas que pagué como buen ciudadano, o como primo, pues creo que no es autoridad aquella que, haciendo uso de su uniforme (incluido pistolón), te despoja de todos tus derechos y deberes constitucionales y amenaza a un ciudadano inventándose leyes.
Discúlpeme la Policía Municipal de Madrid, pero si todos los agentes que coinponen el hasta hoy, para mí, respetado cuerpo son así, no son ustedes la Policía Municipal sino un mal que hay que extirpar. Espero y confío, es más, estoy seguro que esto es un caso aislado de un agente que, por razones que desconozco, se encontraba en esa noche con sus facultades perturbadas, que, de haberme enterado de los hechos con anterioridad al pago de las 1.500 pesetas, me hubiera costado alguna noche en los calabozos de cualquier comisaría./
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