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Policía nacional condenado a 11 años de cárcel por robo, amenazas y violación

La Audiencia de Barcelona ha condenado al policía nacional Rafael Caparrós Pérez a 11 años de cárcel por los delitos de violación, atentado, tenencia ilícita de armas, robo con intimidación y amenazas. El tribunal ha tenido en cuenta a la hora de dictar la sentencia la circunstancia atenuante de enfermedad mental, al sufrir el procesado una oligofrenia aguda. En uno de los considerandos del escrito condenatorio los magistrados se sorprenden de que "un ofigofrénico pueda superar con aprovechamiento las diversas pruebas que son necesarias para alcanzar la condición de policía nacional".Según expertos médicos, Rafael Caparrós, de 23 años de edad, sin antecedentes penales, está afectado por una manía depresiva que en las crisis, por su fondo paranoide, limita su capacidad volitiva. Sumido en una de estas crisis, en la tardé del 13 de enero de 1982, estando franco de servicio y portando su documentación oficial y arma reglamentaria, deambuló por la Rambla de Barcelona con el objeto de adquirir droga. Para su propósito se dirigió a María Eugenia Díaz Labrador, de 19 años, de profesión prostituta, quien le proporcionó una barra de cannabis sativa. El procesado la aceptó e inmediatamente se identificó como agente, mientras mostraba su arma y conminaba a la muchacha a que le acompañara a comisaría.

Al llegar a la plaza de Catalunya, Rafael Caparrós obligó a María Eugenia Díaz a penetrar en un bar, donde le manifestó a la joven que quería mantener relaciones sexuales con ella y que si accedía a sus propósitos no presentaría denuncia. La afectada, asustada por la situación, aceptó el ofrecimiento. Los dos se trasladaron a la pensión Escor, en la calle del Duque de la Victoria, donde hicieron el acto sexual después de identificarse el procesado como policía, con lo que consiguió no pagar el importe de la habitación. A continuación requirió a la muchacha para que al día siguiente le esperara en la misma pensión a la hora convenida, lo que permitió que Rafael Caparrós fuera detenido.

Atentado y huida

Estando el encausado en el acuartelamiento de la Policía Nacional de la plaza de España, a disposición de la Policía Judicial, cogió de la taquilla que compartía con otro número del cuerpo la pistola reglamentaria de éste y se acercó al agente que le vigilaba, José Fernández Palacio, apoyándole la pistola en el cuello para obligarle a que le entregara la suya y a que no entorpeciera su huida. En la calle, detuvo a un taxi conducido por Luis Hernández, al que amenazó para que se alejara del lugar. Además, le reclamó su chaqueta, la cartera y documentos de identificación. Posteriormente, el policía nacional fue detenido por sus compañeros.En la sentencia, el tribunal señala que existió el delito de violación, "sin que a ello se oponga una manifestada condición de prostituta en la joven ofendida, ya que el defito afecta contra la libertad sexual, de la mujer". En cuanto al atentado, añade que el procesado acometió contra un agente de la autoridad, con conocimiento de lo que estaba haciendo y voluntad de ofender y menospreciar a su compañero.

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