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La Administración italiana discrimina a personas de poca estatura

Juan Arias

El caso podría parecer increíble, pero es cierto. Ni siquiera el ministro de Gracia y Justicia tiene poder para resolverlo. Se llama Antonella Crielesi, había hecho unas oposiciones para trabajar en el Ministerio de Justicia y había sido aceptada. Llevaba ya trabajando desde hacía seis meses en la cárcel de Volterra cuando le llegó un telegrama en el que se le comunicaba que tenía que ser despedida porque habían descubierto que mide sólo 1,56 centímetros, mientras está -aún en vigor un decreto-real, de 30 de julio de 1940, que exige una altura mínima de 1,60 centímetros al personal civil que desee trabajar en las cárceles italianas.Y la ironía del caso es que aquel decreto fue firmado por el entonces rey Vittorio Emanuele III, que medía sólo 1,56 centímetros. Como afirman muchos, podía haber demostrado mayor solidaridad con los bajos de estatura.

Hurgando en el problema, se ha podido saber que el caso de la joven Antonella no es el único. En los últimos días, otra joven administrativa, que trabaja ya en la cárcel de Pordenone, ha perdido su trabajo porque le falta la estatura reglamentaria. Donatella Guzzo, que es de Palermo, no puede entender cómo por cinco centímetros puede perder un trabajo.

El caso más grave, sin embargo, es el de Patrizia de Lisotta, que hace dos años perdió también su trabajo en la cárcel de Venecia, a los 23 años, porque le faltaban sólo dos centímetros de altura. Y eso a pesar de que era cinco centímetros más alta que aquel rey que decretó que sólo los altos pueden trabajar en un puesto del Estado.

Pero los italianos, que son tan sensibles a todo lo que pueda significar una discriminación en el trabajo, han aireado el problema, que va a ser discutido ante las cámaras de la RAI-TV, la televisión estatal, con juristas, sindicalistas, sociólogos y psicólogos.

Evidentemente, el caso será resuelto. Pero hará falta una nueva ley que anule el decreto-real de 1940. Y no es que falte voluntad política para hacerlo. Es, al revés, la demostración de la esclavitud de la burocracia, un cáncer que este, país no ha sabido aún resolver, a pesar de que durante años existió incluso un Ministerio "para la reforma burocrática". Sirvió sólo para enredar aún más la madeja burocrática ya existente y acabó siendo abolido.

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