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El grupo automovilístico francés PSA, en grave peligro

La parálisis de Talbot, integrante del grupo automovilístico Peugeot-Talbot-Citroén (PSA), no es más que un revelador de la profunda crisis que pudiera dar al traste con este sector capital de la industría francesa. Si la situación actual de paro en Talbot no evoluciona favorablemente, PSA desaparecería, sería nacionalizado o prácticamente absorbido por una firma extranjera. Al Gobierno socialista no le interesa ninguna de estas soluciones.La fábrica de automóviles Talbot de Poissy (17.000 empleados) continúa cerrada desde que la dirección, la semana última, así lo decidió debido a la oposición sindical al despido de 2.000 empleados, con vistas a favorecer la productividad de la empresa. El Gobierno socialista, que había aceptado este recorte de efectivos, oponiéndose a los sindicatos, intenta ahora reunir un cónclave, patronos- sindicatos -poderes -públicos, destinado a examinar las posibilidades de solución de los gravísimos problemas que tiene' que afrontar la industria automovilística, la primera del país, de cara a la guerra mundial sin cuartel que ya han declarado los americanos y japoneses. La envergadura del.problema hay que calibrarla recordando que en Francia cinco millones de personas viven directa o indirectamente del automóvil.

Perder mercado

En pocas palabras, el problema de Talbot es el siguiente: hace cinco años la filial francesa de Chrysler fue comprada por Peugeot, rebautizándola Talbot. Desde entonces la firma no ha hecho más que perder mercado: los 450.000 coches que producía en aquel momento, en 1983 quedaron reducidos a menos de 200.000. Esto es lo que impuso la reducción de efectivos: concretamente, el grupo PSA, al que pertenece Talbot, anunció el despido de 1.905 obreros, dando lugar a confrontaciones sangrientas durante tres días de la semana pasada. Ante la imposibilidad de reanudar la producción, PSA decidió cerrar la fábrica de Poissy, dejando en el paro a los 17.000 empleados de la fábrica. Al mismo tiempo, puso en práctica una serie de argucias jurídicas para traspasar a una sociedad fantasma las acciones de Talbot y con ello zafarse de las eventuales consecuencias de una quiebra de dicha firma.Inmediatamente se ha pensado que PSA, dadas las dificultades de explotación de Talbot, lo que pretende es cerrar la fábrica definitivamente. En un primer momento, no parece que ésa sea su idea predilecta, puesto que la paralización prolongada de Talbot pondría en peligro a todo el grupo PSA, que, de 1980 a esta parte, se ha empeñado en 9.000 millones de francos (180.000 millones de pesetas).

De ser así cabrían tres soluciones: cierre total de PSA, solución socialmente inconcebible. Sería posible, igualmente, la nacionalización del grupo, pero el Gobierno socialista está "hasta las narices" de nacionalizaciones de empresas deficitarias. En tercer lugar, sería viable la absorción de PSA por una firma extranjera, lo que no sería halagador políticamente.

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