Adiós a la monotonía
La variedad y la imaginación también se pueden aplicar a los setos
A veces se necesita un seto para ocultar la valla que rodea a la parcela, para escapar de las miradas de los vecinos indiscretos o simplemente porque hace bonito. E inevitablemente, se cae en los setos monótonos: metros y metros de plantas iguales, cuidadosamente (lo que no siempre significa bien) recortadas y que, prácticamente, no ofrecen variaciones ni alicientes durante todo el año.Cuando se tiene poco espacio, o no se requiere una separación muy tupida, recurrir a las trepadoras puede ser una buena solución: desde las múltiples hiedras (Hedera helix, H. canariensis) hasta las perfumadas madreselvas (Lonicera, spp.). Ahí hay mucho donde escoger para adaptarlo a nuestras necesidades. Sí es conveniente evitar la plantación de especies caducas o, al menos, alternarlas con trepadoras de hoja perenne con el fin de que en invierno no nos quedemos sólo con los tallos.
Si preferimos un seto tradicional, con un cierto espesor y bastante tupido, hay una serie de coníferas que pueden encontrarse en cualquier vivero y que son las que se ven casi en cualquier parcela: distintos cipreses (Cupressus sempervirens pyramidalis, C. arizonica, D. macrocarpa), tuyas (Thuja, spp.) y aligustre (L. ovalifolium, L. japonica). Dependiendo de lo tupido que se quiera se pueden plantar más o menos por cada metro lineal, pero me parece preferible hacer una plantación triangular al tresbolillo (formando triángulos o en zig-gaz) de manera que la densidad de plantación sea mayor. Por regla general, en cada metro pueden entrar de tres a cinco plantas en línea, y una o dos más si se hace la plantación triangular. A mi modo de ver, es mejor plantar especies de unos 50 centímetros de altura a mayor densidad, y luego ir formando el seto a base de recortes sucesivos (ganando altura en cada corte) y retirando alguna planta si llegaran a molestarse unas a otras excesivamente. De esta manera el seto tarda algo más en alcanzar su altura definitiva, pero queda perfectamente tupido y resulta más barato que plantando más claro y con plantas más altas.
Pero también hay otras posibilidades menos utilizadas por los aficionados: hay plantas, como el espino (Pyracantha, spp.), distintos cotoneaster, teucrio (Teucriumfruticans), escalonias (Escallonia, spp.), laurel cerezo (Prunus laurocerasus), adelfas (Nerium oleander), agracejos (Berberis, spp.) y otras que pueden dar buen juego. Hay que tener presente que estas especies no forman un seto uniforme, por lo que habrá ciertas zonas con altura diferente y más o menos tupidas. Pero donde hay espacio, un seto de este tipo ofrece mucho más atractivos: flores, frutos u hojas coloreadas según las distintas especies y variedades.
Quizá no sea fácil encontrar plantones de la acacia de tres espinas (Gleditschia triacanthos), pero hacer un seto impenetrable con esta especie, vigorosa y punzante, no requiere ningún otro esfuerzo que recortar a la altura deseada. Mucha precaución si hay niños en las proximidades: ésta es una planta verdaderamente agresiva.
Un seto florido no es difícil de hacer si se recurre a cierto tipo de rosales, no fáciles de encontrar, pero que son rosales silvestres mejorados: dan un seto impenetrable, denso y florido en primavera-verano. Lo mismo que las zarzamoras, que además tienen el aliciente de su riquísimo fruto otoñal.
Para controlar este seto y mantenerlo en sus justos límites, es suficiente podar anualmente los rosales que lo componen.
Utilizando arbolillos o coníferas de porte cónico o piramidal pueden obtenerse muy buenos resultados: como idea apuntemos Chamaecyparis lawsoniana (falso ciprés de Lawson), Cupressocyparis x leylandii (cupresocíparis, un híbrido de gran vigor), Auja occidentalis pyramidalis (tuya), Auja plícata y Taxus baccata. Sólo un inconveniente: ocupan un cierto espacio, así como que no pueden instalarse en jardines pequeños. Del resto, una tierra profunda y bien preparada, rica en materia orgánica y riegos generosos, debe ocuparse el buen aficionado.
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