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Un ayuntamiento tinerfeño pide la expulsión de los gitanos tras una sangrienta pelea

Una reyerta entre gitanos y vecinos de Arona, municipio turístico del sur de Tenerife, que se produjo el domingo, primer día del año, finalizó con un herido grave y numerosos lesionados por arma blanca. Otra persona, que había acudido al centro sanitario donde fue ingresado el herido, falleció en accidente de tráfico. El ayuntamiento de dicha localidad, reunido ayer en pleno extraordinario, acordó la expulsión del término municipal de la colonia de gitanos residente en el mismo, así como de los extranjeros indocumentados. En Arona había muerto, varios meses atrás, un joven del lugar, víctima de las agresiones de dos súbditos alemanes.A primera hora del domingo, día 1 de enero, en el pub Aloha, de Los Cristianos, dentro del citado municipio, se produjo un enfrentamiento entre un gitano y varias personas que se encontraban presentes en el local, al vaciar aquel el contenido de una copa sobre una joven que se negaba a bailar. El gitano fue acorralado y, tras un forcejeo, salió del lugar. Al poco tiempo, apareció en la zona peatonal, donde están ubicadas junto al citado local varias cafeterías, un grupo de unos veinte gitanos, hombres y mujeres, armados con navajas, que, de manera indiscriminada, comenzaron a atacar a las personas con las que se tropezaban.

El joven Marco Antonio Brito Pérez, jugador de fútbol, resultó herido de arma blanca en el esternón, labio inferior y espalda. En un principio, al ser atendido en el centro médico de la zona se le dieron pocas esperanzas de vida. Tras ser intervenido quirúrgicamente en el hospital de la Seguridad Social en Santa Cruz de Tenerife, el médico Ignacio Zerolo Sáez aseguró a este diario que evoluciona favorablemente y se encuentra fuera de peligro. Un concejal del municipio, Eloy García, del Grupo Popular, sufrió agresiones y heridas leves. Otro joven recibió una cuchillada en una ceja. En total, unas 17 personas sufrieron agresiones o heridas por arma blanca. El caso más desafortunado fue el de José Pérez Salazar, de 45 años de edad, que tras visitar a Marco Antonio Brito en el hospital, falleció en un accidente de tráfico. Ayer se celebró su entierro, en medio de una gran tensión. En un primer momento, los vecinos, armados con utensilios de cocina, intentaron enfrentarse a los gitanos, al regresar estos a sus domicilios. La Guardia Civil logró impedirlo y ha practicado varias detenciones entre los miembros de la comunidad gitana. El alcalde, Manuel Barrios, del PSOE, pidió al gobernador civil una fuerte presencia de miembros de las fuerzas de orden público, y solicitó al pueblo que reaccionara con tranquilidad.

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