Brunei, una de las Últimas colonias europeas en Asia, proclamara mañana su independencia del Reino Unido
El 1 de enero de 1984, Brunei, una de las últimas colonias europeas de Asia, proclamará la independencia de Londres (las otras dos son la también británica Hong Kong y la portuguesa Macao, ambas en territorio chino). Terminan así casi 100 años de dominación británica, lo que va a lanzar a este país minúsculo -210.000 habitantes sobre 5.765 kilómetros cuadrados, poco más que Santander- al avispero del sureste asiático.
Hasta hoy mismo, Brunei -situado en la costa norte de Borneo, entre Sarawak y Sabah- permanecido marginado, con su sultán autocrático e indiferente, al viejo estilo; con su colonialismo de factoría y salacot. El Brunei de hoy no es ni la sombra del Brunei del siglo XVI, cuando independizado del sultanato de Malaca, se erige en potencia regional al dominar a todo Borneo, la isla de Sulu y, durante un tiempo, Manila, hasta su declinar en el siglo XVII.La penetración británica en el Borneo bruneiano comienza en la primera mitad del siglo XIX: cesión de Sarawak al aventurero británico James Brook (1841); tratado comercial con Londres (1847); una compañía comercial se apodera de Sabah (1872); finalmente, en 1888, instauración del protectorado británico sobre lo que queda del sultanato. Y en 1890, nueva y definitiva amputación: la cuenca del río Limbang es unida al Sarawak británico y Brunei queda dividido en dos mitades separadas.
Monoproductor de crudos
En 1906, Londres limita los últimos poderes del sultán a los relativos a la ley islámica y a la ley consuetudinaria. En 1929, la compañía británica Shell descubre petróleo en Seria y queda marcado el destino de Brunei como monoproductor de crudis; 30 años después, en 1959, los británicos conceden una Constitución menos autocrática al país, lo que permite delegar algunos poderes menores en el sultán sir Omar Alí Saifuddin III, en el trono desde 1950.La breve etapa constitucional termina abruptamente en 1962. En las elecciones (las primeras y últimas) obtiene la victoria el Partido Popular (o Rakyat), izquierdista.
Este partido propugna el fin del sultanato y la independencia y es contrario al plan británico de pergeñar el conjunto neocolonizado de la Federación de Malaisia. Ante la inminencia de la federación, en diciembre estalla un levantamiento armado, y el Ejército Nacional de Borneo del Norte -o Tentara Nasional Kalimantan Utara (TNKU)- y el Rakyat son brutalmente reprimidos (2.000 muertos) por el sultán y los gurkhas británicos. Desde 1962 están prohibidos los partidos, hay presos políticos y sigue en vigor el estado de excepción.
Sin embargo, prudentemente,, el sultán de Brunei opta por no integrarse en la Federación de Malaisia, que nace en el año 1963, y por permanecer bajo el ala británica.
En 1967 el sultán abdica en su hijo Muda Hasanal Bolkiali. En 1971 Brunei obtiene la autonomía interna. Pero no basta. En 1975 la ONU pide la independización, y Londres da luz verde a un lento proceso descolonizador que ahora, pacíficamente, concluye.
Un futuro incierto
Para el futuro los problemas abundan. El primero es el de la reconstitución mínima del territorio bruneiano histórico. Es decir, y puesto que Sarawak y Sabah. pueden considerarse ya irrecuperables, al menos reclamar la cuenca del río Limbang, hoy Malaisia, y soldar las dos porciones sueltas del sultanato.El segundo problema está relacionado también con los trazados de fronteras arbitrarios del colonialismo, es decir -la historia y el petróleo mandan- a las reivindicaciones malaisias sobre Brunei y a las indonesias sobre todo el Borneo malaisio y Brunei.
Hoy, indonesios y malaisios han congelado sus reclamaciones, a diferencia de en los años sesenta, pero no las han olvidado.
Tercer problema grave: el de la composición étnica de la población. La mayoría (60%) es de origen malayo y religión islámica. Hay unos miles de habitantes autáctonos, protomalayos, no musulmanes, semimarginados en las montañas boscosas del interior (lo que los ha salvado de la destrucción cultural). Y hay un 24% de chinos (unos 55.000), inmigrados a partir de 1850; no son musulmanes y se dedican al comercio , que prácticamente monopolizan.
. Sólo una sexta parte de los chinos son ciudadanos de Brunei; el resto son ciudadanos británicos, y fueron dejados, por ello, al margen de las negociaciones de la independencia de 1979, y cuanto esta última llegue perderán su actual ciudadanía sin adquirir la bruneiana, creándose un foco de conflictos allí donde antes no lo había.
El actual renacimiento islámico en todo el sureste asiático se manifiesta también en Brunei. Se han producido ya incidentes entre la población musulmana y la no musulmana y entre los musulmanes integristas y los occidentalizados; estos últimos quieren romper el monopolio político de Bolkiah.
Otro problema es el de la economía, típicamente colonial, con un monoproducto, el petróleo, y algo de carbón, maderas, caucho, arroz y cocoteros. Por esto se quieren crear instalaciones petroquímicas y aumentar la producción de madera y de productos alimenticios. Es decir, se tiende a la diversificación, hasta impedida por la Brunci Shell Petroleum Co. Esta compañía monopoliza, y piensa seguir haciéndolo después de la independencia, la producción de crudos y, con la japonesa Mitsubishi, la de gas natural.
Alta renta 'per capita'
Con todo, el petróleo emplea a las tres cuartas partes de la población trabajadora y ha sido un maná para el sultán -que va a regalarse con un palacio de 2.200 habitaciones- y para el país, pues la renta per cápita anual es de 3.000 dólares y la medicina y la educación son gratuitas.El último problema es el de la situación internacional del nuevo país. La reivindicación de la cuenca del Limbang puede acarrearle problemas con esa potencia más que respetable qué es Malaisia.
Por otro lado, no parece que el Brunei independiente vaya a abandonar por el momento el aislacionismo, pese a que siguen en pie quienes querrían integrarse en Malaisia o en Indonesia, y sobre todo quienes aspiran -como en su día el partido Rakyat- a la creación de un Borneo del Norte independiente, con Sabah, Surawak y Brunei reunidos en un Estado único.
Tampoco parece que el sultán vaya a abandonar su adscripción a Occidente, conservada a través de la alianza con el Reino Unido y que su anunciado ingreso en la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) sólo puede reforzar, pues es una garantía -sólo teórica hoy- contra cambios de régimen hacia la izquierda en el interior y contra-veleidades anexionistas provenientes del exterior.
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