Los últimos accidentes aéreos
Después de la lectura del editorial de su periódico del día 8 de diciembre no podemos dejar de abundar en todas las reflexiones y peticiones que en él se recogen.La confusión del momento y la desesperación después del último accidente del aeropuerto de Barajas nos alcanza a todos, trabajemos o no en el mundo de la aviación.
Salta a la vista la sana incitación hecha a los controladores a negarse a seguir trabajando en esas condiciones, pero, como miembros de este colectivo, nos queda todavía el amargo regusto de la postura tomada por todos los medios de comunicación social en la última huelga del mes de enero de 1981, en la que no vacilaron en desfigurar las reivindicaciones de los controladores, presentándolos ante la opinión pública como una banda de desaprensivos, cuya única finalidad era conseguir aumentos salariales.
Recordemos, por ejemplo, el editorial de EL PAIS del 28 de enero de 1981, titulado Aterriza como puedas, y algunas de sus hoy desafortunadas frases: "Los controladores tienden, lógicamente, a exagerar la cualificación de sus funciones". La denominación huelga salvaje. Y aquella otra que calificaba de chantaje al Gobierno las "huelgas cíclicas de los controladores en nuestro país". Completando esta amargura, la impresión de haber sido utilizados, en el ejercicio de un derecho constitucionalmente reconocido, por la Administración de UCD; con el único fin de imposibilitar la realización del congreso del citado partido en Palma de Mallorca, ya que el entonces presidente del Gobierno se encontraba prácticamente dimitido.
A partir de este momento, entre los medios de comunicación social y el Gobierno en cuestión se había anulado al cuerpo de controladores; la acción de ambos les había quitado la fuerza moral que les daba el saber que su profesión es importante para la seguridad del tráfico aéreo, convencimiento éste que moviliza a cualquier profesional a preocuparse por los más mínimos detalles de su trabajo. Consecuencia fue sentamos en la mesa de las negociaciones con la misma inercia que lo hace la Administración y dispuestos a recibir lo que buenamente ésta quisiera conceder.
Es, quizá, en este punto donde los profesionales de la información tengan que pechar con alguna que otra responsabilidad derivada del tratamiento dado a las reivindicaciones de los colectivos directamente implicados en la seguridad aérea, por supuesto no una responsabilidad jurídicamente exigible, sino ética y deontológica. Ahora tienen estos medios de comunicación la posibilidad de corregir sus errores, aunque ya es un poco tarde, pues son cerca de 300 muertos.
Concretamente, ante la postura tomada por los pilotos, hay ya algunos medios que cargan las tintas al considerarlo un ataque al Gobierno socialista; puede que tengan razón o no, pero en ningún caso se puede, en nuestra opinión, descalificar por este motivo unas reivindicaciones profesionales y técnicas que reundan en beneficio de la seguridad. / funcionarios del Cuerpo Especial de Controladores. Centro de Control de
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