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No al Tercer Mundo

( ... ) Cabe preguntarse de nuevo si para la Administración española -no sólo la actual sino también las anteriores- es necesario que se produzcan reiteradas catástrofes en diversos sectores de la actividad humana para decidirse a buscar soluciones enérgicas y eficaces. Demasiado fácilmente, como también ocurrió ayer, las autoridades tienden a afirmar, tras un desastre, que se debe a un mero azar o que son los errores humanos los que han provocado cada accidente. Sin embargo, siempre quedan planteadas preguntas sin respuesta. Las de ayer son, dando por buena la explicación de un incendio fortuito en sus orígenes, las de por qué no funcionaron debidamente las puertas de emergencia de la discoteca, al tiempo que la que sí estaba cerrada era la verja que daba a la calle, y la de los motivos que hicieron pósible la existencia de instalaciones no precisamente ignífugas. El lugar de la tremenda desgracia, como en otros casos, no ofrecía, a juzgar por lo sucedido, todas las garantías exigibles.La Administración debe asumir de una vez, con seriedad y sin demoras, sus responsabilidades. La actual psicosis de inseguridad crea un triple y trágico efecto. En primer lugar, lo absurdo de tantas muertes que se podrían haber evitado en buena parte con una eficaz estructura técnica de seguridad o, como en el trágico incendio de ayer, con mayores exigencias en la normativa que ha de proteger al ciudadano. En segundo lugar, un clima de desconfianza y desamparo que, unido a las amenazas políticas -desde el terrorismo a la creciente tensión mundial que en todos-los países repercute- puede derivar en una grave falta de fe en las posibilidades colectivas. Y, en tercer lugar, una triste imagen de España en el exterior como país tercermundista.

Son problemas que sólo pueden abordarse con un aparato legal, técnico y de vigilancia que dista aún mucho de ser ni siquiera mediano, a juzgar por lo que tan trágicamente se ha visto en los últimos tiempos. Lo acaecido hace todavía más urgente colocar la seguridad contra accidentes de todo tipo como una de las principales preocupaciones del Gobierno al año de su toma de posesión. Que buena parte de estos accidentes sean resultado de caducas estructuras heredadas no le exime de ninguna responsabilidad. Y no se puede afirmar ante la televisión que "la discoteca ofrecía suficientes garantías de seguridad". Si es así, hay que cambiar las garantías. Y muy probablemente, también, hay que cambiar a quien quiere vendernos esta mercancía.

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