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Los electores nipones confían en el PLD, a pesar del 'caso Tanaka'

ENVIADO ESPECIAL El Partido Liberal Democrático (PLD) tiene la victoria prácticamente asegurada en las elecciones generales que se celebrarán el domingo en Japón, a pesar del impacto del escándalo protagonizado por una de sus principales figuras, el ex primer ministro Kakuei Tanaka, condenado el 12 de octubre por los tribunales japoneses por haber recibido dos millones de dólares en sobornos de la constructora norteamericana de aviones Lockheed.

Estos comicios sólo servirán para medir el impacto del caso Tanaka en el electorado y establecer la nueva relación de fuerzas en el interior del PLD, organizado en facciones cuyas dimensiones resultantes en las urnas serán decisivas para la continuidad o el relevo de Nakasone al frente del Gobierno nipón. Según los sondeos, el PLD conseguirá entre 260 y 274 escasos, de los 511 que componen la Cámara baja de la Dieta, lo que asegura una amplia continuidad política, aunque reduce el margen de mayoría con que ha gobernado el PLD desde junio de 1980, fecha de las anteriores elecciones.Las previsiones de voto en favor de los principales partidos de la oposición arrojan unas ganancias poco significativas para los socialistas, los budistas del Komeito y los socialdemócratas, que, ni separadamente ni en todas las alianzas imaginables, han constituido en los últimos 38 años una alternativa real al PLD, que ha ejercido el gobierno ininterrumpidamente durante un período caracterizado por la prosperidad y el crecimiento. A tres días de las elecciones generales, sólo los espacios informativos de la televisión y los esporádicos recorridos de algunos vehículos con altavoces repitiendo los estribillos característicos de los diferentes partidos, recuerdan el inminente compromiso con las urnas de los 84,5 millones de electores censados en Japón.

Tokio no ha padecido ninguno de esos despliegues propagandísticos que empapelan toda superficie plana cuando llegan estas ocasiones electorales en otras latitudes. Aquí no hay más carteles que los situados en los escasos espacios oficialmente dispuestos, donde, bajo la correspondiente numeración y con el mismo formato, se sitúan unos junto a otros los reclamos de los diferentes candidatos.

Aquí, en Tokio, cuya población estricta sobrepasa los 12 millones y se aproxima a los 29 si se suma el área metropolitana, es inútil buscar esas concentraciones mitineras que llenan en otros países los estadios deportivos, y otros recintos de gran aforo.

En la estación de Shinjuku, a las 16.20 horas, se esperaba ayer al primer ministro, Nakasone, que acudía en apoyo del candidato del distrito. Un rnicrobús adaptado con altavoces y focos hacía la función de plataforma. Los oradores que actuaban como teloneros realizaban ejercicios de precalentamiento para fijar la atención de unos centenares de personas.

A las 16.30 horas apareció Nakasone en persona. Por la escalera interior del microbús accedía hasta el techo del vehículo vestido de azul oscuro, en perfecta sintonía cromática con quienes le aguardaban. Traía las manos con guantes blancos, igual que los correligionarios, y exhibía los mismos distintivos. Un pequeño grupo que el PLD había dispuesto al efecto agitó levemente las banderas de papel de que había sido convenientemente provisto.

Nakasone empezó por hacer un panegírico de su propia gestión gubernamental, describió como un éxito la dinámica aportada a la política exterior y aseguró que, salvo el tiempo dedicado a los baños y a la meditación en el templo, había trabajado sin descanso durante los trece meses que lleva como primer ministro.

Pasó después de tratar la reforma del sistema educativo, se refirió a su interés por favorecer las investigaciones sobre el cáncer, recordó las nuevas relaciones con China y mencionó la reivindicación pendiente sobre los territorios del Norte que la URSS ocupa desde el final de la segunda guerra mundial. En esa línea se ocupó en su discurso del derribo soviético del avión surcoreano y concluyó asegurando a los oyentes que la verdadera opción del domingo está entre su partido y el comunista.

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