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El otoño del PCE

Otoño es una estación poco propicia para el Partido Comunista de España. En 1981, la dirección expulsaba a los renovadores; en 1982, se producía el espectacular descalabro electoral, que ni los anticomunistas más viscerales podían esperar; en 1983, a punto de comenzar el XI Congreso del PCE, el partido aparece dividido en dos facciones, los gerardistas, representados por el secretario general, Gerardo Iglesias, y los carrillistas, encabezados por el que durante tantos años fue elhombre fuerte del partido, Santiago Carrillo, dimitido de la secretaría general después del fracaso de las candidaturas comunistas en las elecciones del 28-O. Y a las dos facciones hay que sumar los casos de algunos militares con las maletas ya preparadas para ir a fundar el nuevo partido prosoviético, como es el caso de Ignacio Gallego.En la transición y en la democracia, el PCE ha dilapidado las rentas que obtuvo en la clandestinidad y en la lucha contra el franquismo. Rentas que debió pagar al costoso precio de ejecuciones, años de prisión, torturas y sacrificios personales. Aquel trabajo serio y responsable de la clandestinidad se ha convertido, cuando el PCE ha podido funcionar a la luz del día, en diferencias internas, personalismos y contradicciones, hasta llegar al momento actual de crisis prácticamente permanente. ( ... )

, 14 de diciembre

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