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El fracaso de la ´cumbre´ de Atenas

No sólo Margaret Thatcher tuvo la culpa del 'desastre'

François Mitterrand jugó fuerte para trasladar a París la solución

Andrés Ortega

La suerte del consejo europeó de Atenas había quedado sellada. Thatcher insistió en que se resolviera el problema de la contribución británica al presupuesto de la CEE, y con esta insistencia dio la puntilla final a la cumbre más larga de todas las habidas. Pero Thatcher no fue, ni mucho menos, la única culpable.La famosa pelea entre Thatcher y el presidente francés, François Mitterrand, la comenzaron los portavoces del mandatario francés en los pasillos, y pronto contestaron los británicos. Pero esto ocurrió tan pronto en la tard e del domingo que algunos observadores han creído ver una operación dirigida expresamente por Mitterrand para hacer fracasar esta cumbre, en la que todos luchaban por sus estrictos intereses nacionales.

El diario francés Liberation dice de manera directa que Mitterrand podría haber llevado a cabo esta jugada para presentarse después como salvador de Europa, ya que el 1 de enero Francia asume por seis meses la presidencia de la CEE. Poco antes de Atenas, Francia había presentado una propuesta sobre los temas financieros y presupuestarios, que se acercaba a las tesis británicas y alemanas. Thatcher le añadió dos enmiendas, de hecho desvirtuándola, y Francia la retiró.

El ministro francés de Asuntos Exteriores, Claude Cheysson, hizo el miércoles una marcada declaración en la que revelé que París y Bonn habían llegado en los pasillos de Atenas a un acuerdo sobre los montantes compensatorios monetarios que favorecen las exportaciones agrícolas de los países de moneda fuerte, véase la RFA. Así, sorprende la cantidad de acuerdos parciales que había. Pero falta un acuerdo global. Ya está en el horizonte la fecha más preocupante que pueda ver Mitterrand en el futuro inmediato: el 17 de junio, día de elecciones directas por sufragio universal al Parlamento europeo. En Francia, como en los otros países de la CEE, salvo el Reino Unido, se celebrarán con listas nacionales, con lo que la derecha francesa podría fácilmente convertirse en un plebiscito sobre la gestión gubernamental de Mitterrand, dirigente que está adoptando una postura cada vez más dura en su política exterior.

Por ello, se espera que Francia eche el resto durante su presidencia de la CEE, aunque cabe dudar si para marzo, en la cumbre de Bruselas, o junio, en la de París, la situación estará lo suficientemente madura para un acuerdo sobre la reforma entera de la CEE en sus aspectos fundamentales: política agrícola, finanzas y reparto de las contribuciones. Sin embargo, la preocupación que cunde en algunos medios españoles y en otros próximos a la comisión europea es que Mitterrand se veía obligado a actuar con dureza en la cuestión que más votos le puede reportar: la ampliación de la CEE con España y Portugal es un problema diferente, "de otro orden", había señalado Mitterrand en Atenas. El caso es que, con la presidencia en sus manos, Francia dispondrá de todas las cartas. ¿De todas? No. Pues la carta del tiempo está en manos de Thatcher. "Dudo de que el Mercado Común se encuentre en dificultad financiera antes del próximo otoño", señaló el miércoles Margaret Thatcher en la Cámara de los Comunes, "pero la política actual no puede proseguir indefinidamente, porque no habrá suficiente dinero para seguir. Es en ese momento cuando tendremos más posibilidad es de obtener reformas".

Bajo el ruido de los números y las apariencias de dureza -la dama de hierro quiere hacer honor a su calificativo- corre el río de las concepciones enfrentadas de lo que ha de ser Europa, una Europa concebida para seis miembros en la que no se discutía la cuestión de las devoluciones. De hecho, pagaba esencialmente la RFA. La integración europea se ha frenado. El grado de supranacionalidad ha disminuido y, de hecho, en el seno de la comisión europea los respectivos comisarios a menudo defienden antes los intereses de los propios países de los que vienen que el supuesto interés europeo. La entrada del Reino Unido no ha contribuido en nada a reforzar la integración. Frente a frente están la idea de la pura unión aduanera y la de una comunidad integrada. Lo que realmente se plantea después de Atenas es qué forma va a tomar la CEE en el futuro, cuando la tome: ¿Una Europa europeísta que prosigue su integración, o una Europa a varias velocidades o a geometría variable? El futuro no está nada claro, y prueba de ello ha sido el rotundo fracaso de Atenas. "Tengo mucho miedo de que sea el principio de una degradación", sentenció el titular belga de Exteriores, Leo Tindemans.

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