El aeropuerto de Barajas fue reabierto ayer, con retrasos en los vuelos de hasta cinco horas
Tras permanecer cerrado durante más de 24 horas, a las 11.30 horas de ayer el aeropuerto internacional de Madrid-Barajas volvió a ser operativo, al quedar limpia la pista 01 de despegue y aterrizaje, donde se produjo el pasado miércoles el trágico accidente aéreo. El vuelo de Iberia 286, que despegó a las 12.29 horas con destino a Barcelona, fue el primer avión que salió del aeropuerto. El vuelo de Aviaco 119, procedente de Vigo, fue el primero en aterrizar, a las 12.21 horas. Los retrasos de hasta cinco horas, la suspensión de vuelos, las largas colas y la serenidad del público en general constituyeron la tónica del día en el aeropuerto.
A primeras horas de la mañana las terminales del aeropuerto parecían los vagones del metro en horas punta. Cientos de personas se dirigían de una ventanilla a otra intentando asegurarse un hueco en el próximo avión. La niebla había impedido, incluso antes del accidente, que los aviones aterrizaran en Barajas. Ayer, a la hora de abrirse el aeropuerto, sólo seis aviones se encontraban en las pistas del sector nacional. Cuando fueron llegando los aviones que estaban aparcados en aeropuertos alternativos, comenzaron a normalizarse las salidas, hasta llegar a colapsar el espacio aéreo a las dos de la tarde.Antonio Martínez Maneiro, natural de Villagarcía de Arosa, deambulaba con su esposa y su hijo de dos años buscando un vuelo para Santiago de Compostela. La familia había salido de Johanesburgo el miércoles de madrugada en dirección a Madrid, donde pensaban tornar otro vuelo hasta Santiago. En cambio, se encontraron que no podían aterrizar en Barajas a causa de la niebla y el accidente. Siguieron volando hasta Lisboa, donde, al parecer, no se les permitió aterrizar. De allí siguieron el viaje hasta Málaga, donde tomaron tierra. Encerrados en el avión esperaron cuatro horas y finalmente despegaron con destino a París, donde "caímos en los brazos de Air France y todo fue de maravilla. Nos alojaron en el hotel Hilton y nos recogieron por la mañana para llevarnos al aeropuerto". A las 11 de la mañana salían ayer de nuevo en dirección a Madrid. Una vez en Barajas, lo único que consiguieron, a la una de la tarde, fue que les apuntaran en la lista de espera. A las tres de la tarde se les confirmaba la salida de un vuelo a las 20.10 horas.
Marcos Roitman, profesor de iencias Políticas de la Complutense, se enteró después de llegar al aeropuerto que se suspendía su vuelo hacia Córdoba. Tenía que llegar al ayuntamiento de dicha localidad para asistir a las segundas Jorndas de Sociología de América Latina. Varios compañeros suyos que anularon el vuelo viajaron en un coche alquilado porque, según dijeron, "el paisaje es formidable".
Dos matrimonios de edad avanzada, que esperaban la salida de su vuelo hacia Estocolmo a las 16.20 horas, tuvieron que regresar el miércoles a Alicante, su punto de partida, al no ser posible el aterrizaje en Madrid. A la mañana siguiente se les transportó en un autobús hasta la capital, y cuando llegaron a Barajas sólo acertaban a decir "muchos problemas". En la misma situación se encontraron cientos de pasajeros de vuelos internacionales, que se trasladaron en autobuses procedentes de diversas ciudades españolas para enlazar con vuelos a otros países, en especial al continente americano.
Aviones sin periódicos
Los pasajeros que viajaron ayer en los aviones de las compañías Iberia y Aviaco no recibieron la Prensa diaria al iniciar el vuelo como de costumbre, para evitar problemas psicológicos. "Era inoportuno", aseguraron fuentes de ambas compañías, "servir a los pasajeros terribles testimonios de los restos de un accidente. Bastante miedo tiene la gente cuando vuela, como para servirles más noticias sobre 'el aeropuerto maldito', como se le ha llamado". Por el lado contrario, el público devoraba la Prensa del día con más expectación que miedo mientras esperaba la orden de embarque. "Con los dos últimos accidentes se cubren las estadísticas de accidentes para bastante tiempo", aseguraba un pasajero. "Eso sí, pero a quien le toca se ríe de las estadísticas", le aseguraba otro.Cuando el Boeing se estrelló en las proximidades de Mejorada del Campo no se llegó a prohibir la distribución de toda la Prensa; sólo la más sensacionalista. "Llevábamos todos los periódicos, pero algunos sólo los entregábamos a petición del pasaje. Nosotros voluntariamente no lo ofrecíamos", manifestó una azafata, que llevaba desde las ocho de la mañana en el aeropuerto esperando su vuelo con destino a Bélgica.
"Independientemente del accidente, la gente ha volado. Todos los vuelos que despegaron ayer iban repletos de pasaje" según manifestaron fuentes de las distintas compañías. El accidente, al parecer, no provocó huidas masivas de los pasajeros hacia otros medios de transporte, aunque se notaron algunas ausencias. El primer vuelo con destino a Nueva York salió con cuatro pasajeros menos de los 90 previstos.
Fuentes del servicio de tráfico aseguraron que hasta hoy no se recobrará la normalidad del tráfico aéreo. Sólo dos ciudadanos marroquíes a los que les habían robado el pasaporte se pasaron por la comisaría del aeropuerto para presentar una denuncia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.