La sentencia sobre Rumasa
Por segunda vez en pocos meses, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre un asunto con carga polémica de muchos megatones llega espectacularmente y en sus términos presuntamente sustanciales al público, antes de que se publique en el Boletín Oficial del Estado. Sea lo que suele llamarse filtración de un texto, sea recomposición a partir de cierto número de indiscreciones, lo cierto es que el efecto no puede ser más pernicioso. Se comprende que entre los mismos miembros del alto tribunal, que es intérprete supremo de la Constitución, haya provocado la preocupación más viva y hasta verdadera consternación.La importancia económica, social y jurídica del asunto Rumasa era más que suficiente como para que las especulaciones inevitables se detuvieran en el momento de darlas como más que eso, a la espera de que la sentencia fuera pública y los votos particulares de los magistrados discrepantes también.
Una cosa es la tendencia natural en el periodista a hacerse con los hechos y comunicarlos y otra la consideración responsable del efecto que en un sistema constitucional en proceso de consolidación produce que por dos veces la opinión se vea en el trance de comentar como hecho lo que no consta fehacientemente que lo sea.
Bastante delicada es la tarea del tribunal como para que nos veamos repetidamente en la penosa necesidad de preguntarnos qué hay que hacer para que las sentencias sean tratadas como tales, de modo que el debate pueda empezar en su momento y no antes. ( ...)
6 de diciembre
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