'Sudacas'
Dicen que muchos van a venir. Que al tradicional exilio prepotente, botiherrado, de los Batista, los Trujillo, los Perón y tantos otros que vinieron a España para empollar su resentimiento, con frecuencia su conspiración, van a añadirse nombres de militares argentinos que chorrean tanta sangre como la tierra no tiene capacidad de absorber. Que están comprando casas en Mirasierra, en Majadahonda, en La Moraleja, en Fuengirola. Que ya preparan celosías tras las que amagar la retina acuosa, que ya eligen jardines que camuflen sus crímenes. Que van a venirse con lo que robaron, y no les pesarán en el trayecto las vidas que segaron, las carnes que rompieron, las esperanzas muertas.Ningún pliegue en el rostro denunciará que fueron inmisericordes, rufianes y crueles, complacientes en la desesperación que sembraban; que arrancaron al hijo de su madre, separaron al hermano de la hermana y a todos les borraron la historia; que hicieron de la estupidez una bandera y del asesinato un compañero de lecho.
Tal vez no habrá aduana en que se aparte al fratricida del viajero común, ni agente que les pida cuentas por las uñas arrancadas que esconden en el maletín, por los genitales deshechos ocultos bajo la camisa, por los vientres heridos que encierran en el doble fondo de la maleta, por los interrumpidos proyectos de futuro que camuflan entre los útiles de afeitar. Tal vez hasta les digan señor, respetuosamente, inclinando con servilismo la testuz.
Y ningún viento helado se levantará, ningún animal bíblico rugirá cuando pase el ángel exterminador. El Mal que viene del Cono Sur establecerá aquí su dorado destierro, cambiará dólares en el banco de la esquina, acudirá a misa de doce los domingos, paseará bajo el sol de primavera, disfrutará de la belleza de las avenidas y acariciará la frente de los niños; comerá jamón de bellota, jugará al bridge por la tarde y tomará café apaciblemente; crecerá y se multiplicará ante nuestra mirada impasible y cebará sin sobresaltos a sus cachorros, para el día de mañana.
Entonces, si se permite que eso ocurra, si nadie en este Gobierno democrático, elegido por gente que rechaza el horror, se opone, sólo tendremos un recurso: pronunciar por primera vez con justicia esa palabra que tanto hemos utilizado en vano. Sudacas.
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