La reconversión, epístola moral
La reconversión industrial es probablemente el tema en que la política económica del Gobierno había conseguido un mayor grado de asentimiento por parte de los empresarios durante el primer año de ejercicio del poder por parte del PSOE. Carlos Solchaga se había convertido en el ministro con mejor imagen entre quienes siguen a diario la marcha de la economía. (...)Sin embargo, la reconversión y la consecuente reindustrialización no han conseguido instalarse en la legalidad de la forma que desde dentro del partido en el poder y desde algunas instancias ajenas a él se consideraba deseable. No ha habido al final un proyecto de ley derivado del acuerdo entre Administración, empresarios y centrales sindicales, sino que ha de recurrirse al real decreto-ley dictado unilateralmente por la Administración, aunque se afirme que el Gobierno ha introducido algunas modificaciones sugeridas por centrales sindicales y organizaciones empresariales.
En el tema de la reconversión industrial sí se puede esgrimir de forma razonablemente aceptada el manido tópico de la herencia recibida. Durante los años anteriores, la atención a problemas de otra índole que se consideraban más urgentes hizo que este asunto se fuera posponiendo en su planteamiento y en la búsqueda de soluciones para él y que sólo se consiguiera de forma esporádica el acceso de las empresas en dificultades a unos fondos que aliviasen su situación de tesorería, y que si por ello se consideran mal empleados hay que reconocer que dentro de las coordenadas vigentes tampoco cabía aplicarlos a otros fines.
El PSOE, que en su programa electoral había dedicado un apartado más o menos difuso al tratamiento del tema de la política industrial, tuvo un brillante arranque al avivar unas negociaciones dormidas y formular unos planteamientos teóricos bastante aceptables para todas las fuerzas económicas y sindicales del país. Pero cuando el paso del tiempo y la urgencia de resolver los problemas hacen que haya de pasarse del terreno de las ideas y los informes al de los hechos es cuando han sobrevenido las dificultades.
Las centrales sindicales nunca. han abdicado formalmente de su actitud de colaboración en la reconversión industrial, pero en el momento de descender a aceptarcondiciones concretas no han cedido en sus posturas, basadas muchas veces en el afán de conservarsu clientela en unos sectores y, unas empresas que dan empleo a muchos trabajadores y proporcionan, por tanto, muchos apoyos y muchos votos. Los representantes, de las empresas no han dejado de tener presente que entre los sacrificios que se les pedían figuraba el de dejar una parte de sus facultades decisorias en manos de las instancias estatales, dentro de lo que se ha calificado como nacionalización encubierta. Y la Administracion, convencida desde el primer momento de que tenía razón -y acaso la tuviese-, ha mantenido a veces posturas poco flexibles que han llevado a formular el texto legal bajo la forma indeseada del decreto. La mayor preocupación de cara al futuro reside en que los imperativos legales se vislumbran difíciles de cumplir. (...)
De la inacción característica de anteriores etapas podemos pasar a la fase de las epístolas morales sobre la reconversión. Ni una ni otra táctica sirven. (...)
3 de diciembre
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