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Referéndum en Suiza sobre la integración de los extranjeros

El pueblo suizo tiene hoy cita con las urnas. Las dos enmiendas constitucionales que se someten a referéndum tratan de "humanizar" y simplificar los procedimientos para adquirir la ciudadanía helvética, por matrimonio, adopción o filiación. El segundo proyecto se refiere a los jóvenes extranjeros, nacidos o educados en Suiza, a los refugiados y a los apátridas, y a las posibilidades y condiciones de naturalización.Ambos textos modifican ligeramente las normas federales actuales, afectando en primer lugar a los emigrantes, cuya colonia española se cifraba a finales de 1982 en 102.559 connacionales. De ellos, apenas 250 suelen hacerse suizos por año, sobre un total de 760 nuevos naturalizados de otras nacionalidades. Sin embargo, el contingente de jóvenes españoles en territorio helvético ronda los 25.000. Actualmente, los extranjeros que deciden hacerse suizos deben someterse a una reglamentación con condiciones muy estrictas. El eventual candidato a la ciudadanía helvética no obtiene luz verde de la confederación mientras no demuestre que lleva residiendo por lo menos 12 años en el país.

El primer proyecto tiende a equiparar en derechos al hombre y a la mujer, suprimiendo ciertas trabas de orden constitucional. Hasta ahora, una suiza que se casaba con un extranjero tenía, frente a la ley, trato diferente al de un suizo que contraía matrimonio con una extranjera, ya que en el primer caso el consorte no obtenía automáticamente la nacionalidad helvética y en el segundo sí. Esta discriminación se traspasaba incluso a los hijos. Si el nuevo texto consigue el refrendo popular, el consorte extranjero (hombre o mujer) obtendrá la nacionalidad.

El texto más polémico es, sin duda, el segundo, que pretende facilitar la naturalización de los jóvenes extranjeros educados en Suiza, que curiosamente "asimila" a los refugiados y a los apátridas.

Sobre los 910.000 extranjeros domiciliados en Suiza, unos 300.000 tienen menos de 22 años y de entre ellos aproximadamente 250.000 se han educado en el país. Los refugiados y los apátridas, víctimas de la depresión y el desarraigo, deben, a su vez, recorrer un largo y tortuoso camino antes de conseguir la nacionalidad suiza. Con el nuevo texto se intenta integrarlos más rápidamente, aunque simplificar el procedimiento no es sinónimo de automatismo.

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