Una huelga general, en protesta por el asesinato del Jeque Halim Takiedin, paraliza medio Líbano

El sector occidental y predominantemente musulmán de la capital de Líbano, las montañas del Chuf y el sur del país bajo ocupación israelí estuvieron ayer paralizados por una huelga general en protesta por el asesinato, el pasado jueves, del jeque Halim Takiedin, jefe supremo de los tribunales religiosos drusos, comunidad libanesa que se enfrentó con los cristianos durante la guerra civil de septiembre de 1983.

Pero la temida explosión de violencia intercomunitaria tras 61 atentado no se ha producido hasta ahora, a pesar de que Fuad Salman, representante de la milicia drusa, recordó durante el funeral de la víctima que "nuestro brazo es largo y podemos golpear en cualquier sitio". El riesgo de que la artillería drusa vuelva a golpear el aeropuerto de Beirut obligó a mantenerlo cerrado por tercer día consecutivo. Poco antes de que se celebrase el funeral, rodeado de excepcionales medidas de seguridad, la viuda del difunto, Adela Takiedin, intentó apaciguar los ánimos recordando en una alocución que "la víctima era hostil a la violencia, y su única arma era la palabra".

Colegios, bancos, ministerios, restaurantes y casi todas las tiendas de alimentación permanecieron ayer cerradas en Beirut Oeste, mientras la radio nacional se sumaba al duelo difundiendo música clásica, interrumpida por la lectura de versículos del Corán.

La división de hecho de Líbano queda una vez más puesta de manifiesto cuando en el denominado reducto cristiano -2.000 kilómetros cuadrados donde viven 800.000 personas- la jornada laboral transcurrió con absoluta normalidad, y el toque de queda, teóricamente en vigor en los barrios del este de Beirut, fue masivamente violado por sus habitantes el viernes por la noche.

La Falange, principal fuerza política entre los cristianos, es el único partido que se ha abstenido de condenar el homicidio de Takiedin, que su emisora de radio, La Voz de Líbano, achacó a venganzas entre drusos.