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Los comunistas franceses prometen poner fin a sus críticas contra la política del Gobierno que preside Pierre Mauroy

Los dos partidos de izquierdas que comparten el poder en Francia y sostienen al Gobierno del presidente, François Mitterrand, el socialista y el comunista, llegaron en la madrugada del viernes a un compromiso que, teóricamente, facilitará la política del ejecutivo que preside Pierre Mauroy. El Partido Comunista de Francia (PCF) promete renunciar a sus críticas constantes al Gobierno, pero nadie está seguro de que así sea.

Dos delegaciones del PCF y de Partido Socialista (PS), presididas por sus líderes, George Marchais y Lionel Jospin, respectivamente, se reunieron e jueves, durante 12 horas seguidas, para ventilar un problema que afecta a la credibilidad del poder socialista y, consecuentemente, amenaza con una derrota de la coalición gubernamental en las elecciones legislativas de 1986. El problema es simple en su planteamiento. Los comunistas, al. tiempo que participan en la acción gubernamental con cuatro ministros, practican, por conveniencias propias (recuperar su electorado), la crítica sistemática de la política interior y exterior del Gobierno.Al cabo de dos años y medio de gestión, la mayoría de izquierdas ha podido comprobar, a través de sucesivas elecciones parciales, que corre el riesgo serio de convertirse en minoría parlamentaria

cuando, en 1986, sean convocados los franceses para elegir una nueva Asamblea. La responsabilidad de la degradación que padece la izquierda se achaca, en gran parte, al comportamiento díscolo y antigubernamental de los comunistas, que se oponen a la austera política económica y social del Gobierno (considerada por ellos de derechas). Paralelamente, desechan la diplomacia de Mitterrand, al adoptar posiciones prosoviéticas.

Por todo lo expuesto, se convocó esta reunión de los dos partidos más importantes de la mayoría (el tercero, minoritario, es el Movimiento de los Radicales de Izquierdas), para cortar por lo sano, es decir, para que los socialistas les dijeran a los comunistas: "Se acabaron las bromas. Hay que apoyar al presidente y a su política si no queremos perder las próximas elecciones legislativas". Esto es lo que vino a manifestarles el primer secretario del PS, Lionel Jospin, al encarar la política exterior: "Si estáis de acuerdo con nosotros en lo tocante a Polonia, esto quiere decir que condenáis el golpe de estado militar, que deseáis que el sindicato Solidaridad sea rehabilitado y que los, acuerdos de Gdansk sean respetados. Y otro tanto puede decirse sobre Afganistán, Chad, Líbano y los euromisiles".

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