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Israel cree aún muy débil su cooperación con EE UU

Las relaciones entre Israel y Estados Unidos salido considerablemente reforzadas de las conversaciones mantenidas esta semana en Washington entre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el prímer ministro israelí, Isaac Shamir. Asimismo, la cooperación político-estratégica entre los dos países será más estrecha en el futuro.Sin embargo, no ha habido acercamiento en los temas considerados esenciales por las dos partes ni se han tomado decisiones operativas en la mayoría de los campos. Así es como los observadores políticos en Israel juzgan los resultados de las conversaciones mantenidas en Washington por Reagan y Shamir. Shamir había de una "época nueva" y de una "alianza defacto" entre los dos países. Sin embargo, en la práctica no se ha satisfecho casi ninguna demanda israelí. Varios grupos de trabajo mixtos se reunirán para estudiar el cumplimiento de las promesas, muy generales, realizadas por el jefe de la Casa Blanca.

Donde sí parece haber un acuerdo total es en la política frente a Siria. "Los sirios harían bien en darse cuenta de que Estados Unidos e Israel están decididos a oponerse a su política de sabotaje y subversión en Líbano, cuyo fin es dominar completarfiente este país", ha declarado a la Prensa un alto funcionario, cuya importancia es de todos conocida, con ocasión de la cumbre norteamericano-israelí. Se sabe también que vanos elementos del acuerdo alcanzado entre la Administración Reagan y Shamir y Arens tendrán carácter confidencial, y hacen referencia, probablemente, a las medidas que los dos países tieneh intención de tomar, efectivamente, en la práctica, con intención de "poner fin a la agresividad siria".

Colonización en Cisjordania

El desacuerdo, sin embargo, se mantiene, en el tema de la colonización judía en la Cisjordania ocupada, que los norteamericanos siguen considerando "un obstáculo en el camino hacia la paz" en Oriente Próximo.Por su parte, Shamir y Arens siguen rechazando el plan de paz del presidente Reagan e insisten en que la única base para negociar la paz, también con Jordania, fue y sigue siendo el acuerdo de Camp David.

Es cierto que el primer ministro israelí se ha mostrado más flexible o, quizá, más diplomático que su predecesor, y no ha considerado necesario declararse contra el plan de Reagan públicamente. Ni si quiera declinó la invitación que le hicieron los norteamericanos, du rante las conversaciones del lunes y el martes, para que examinase y estudiase el plan de paz del presidente. Tampoco la aceptó. Se de cantó por un silencio diplomático que sus anfitriones podían inter pretar a su gusto.

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