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La violencia de los combates obliga a cerrar el aeropuerto de la capital libanesa

La creciente inseguridad en los alrededores de Beirut ha obligado a las autoridades de la aviación civil libanesa a cerrar ayer el aeropuerto de la ciudad, poco después de que estuviese a punto de producirse una catástrofe cuando, de madrugada, cayeron cinco bombas en la pista en la que tomaba tierra un avión Tupolev de la compañía aérea húngara Malev.El aeropuerto es la única vía de salida del país para los beirutíes, que generalmente rehúsan cruzar las regiones ocupadas que rodean su ciudad para llegar hasta un aeródromo desde donde pueden viajar al extranjero. A causa de su simbolismo, las autoridades se resisten a cerrarlo hasta llegar a una situación límite.

Paulatinamente, la tensión fue aumentando a lo largo de la tarde del martes, cuando, para replicar al secuestro por la milicia cristiana de 30 civiles musulmanes, cerca de Damur, a 10 kilómetros al sur del aeropuerto, la organización político-militar chiita Amal desvió a punta de pistola dos autobuses que transportaban a 60 empleados, mayoritariamente cristianos, de la compañía aérea libanesa Middle East Airlines (MEA).

A lo largo de la noche del martes al miércoles, drusos y chiitas libraron intensos duelos de artillería con el Ejército regular y la milicia cristiana, en cuyos barrios del sector oriental de Beirut estallaron más de 200 bombas por hora, mientras los 1.600 marines del contingente norteamericano que garantizan la seguridad del perímetro del aeropuerto recibieron también una abundante ración de proyectiles sin que milagrosamente ninguno resultase herido. Entre la población civil libanesa hubo, en cambio, numerosas víctimas.

Asustados por la aventura vivida por sus compañeros la víspera y por el diluvio de fuego que se abatió sobre la zona, sólo una treintena de empleados de la compañía aérea, sobre un total de 1.500, se presentaron ayer a su trabajo para oír a las autoridades competentes anunciar la suspensión de todos los vuelos.

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