Arafat acepta la iniciativa sirio-saudí, pero evita descartar una solución militar a los enfrentamientos interpalestinos
Prevista por Yasir Arafat, y anunciada por algunos de sus adversarios para ayer, la gran ofensiva contra el último reducto de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) no tuvo lugar. A pesar e que la ciudad de Trípoli, cercada por miles de fedayin rebeldes a la autoridad de Arafat, y apoyados por tropas sirias y libias, vivió ayer una quinta jornada de tregua, que incitó a algunos comerciantes a abrir unas horas sus tiendas y a miles de habitantes a salir, por fin, a la calle para abastecerse, el camino hacia la paz interpalestina es aún bastante largo.
Precedido por el crepitar de algunas ráfagas de armas automáticas y varias explosiones de proyectiles de mortero, que resquebrajaron el alto el fuego durante algunos minutos, Yasir Arafat hizo su aparición, a mediodía, en el aula de una escuela, donde suele dar su tradicional conferencia de prensa, para anunciar solemnemente que había "aceptado la iniciativa" sirio-saudí, anunciada el viernes en Damasco, para poner término a los enfrentamientos interpalestinos.El acuerdo concluido en la capital siria prevé, además de una consolidación del alto el fuego, la evacuación de los combatientes palestinos de Trípoli y sus alrededores, es decir, de los campamentos de refugiados de Badaui y Nareh el Bared, que los fedayin sublevados han conquistado recientemente y que se niegan a abandonar para "no poner en peligro la seguridad de la población civil", que les es profundamente hostil.
A pesar del compromiso de los principales cabecillas rebeldes de respetar el alto el fuego actualmente en vigor, Arafat afirmó que "no descartaba aún una solución militar", porque, prosiguió, "no me olvido de la lección del sitio de Beirut el año pasado, cuando concluí en dos meses 11 treguas con Ariel Sharon -entonces ministro israelí de Defensa-, todas ellas violadas".
En previsión de nuevas escaramuzas o de un asalto generalizado a su bastión, Abu Amar -nombre de guerra de Arafat- ha recibido refuerzos en hombres y material bélico, desembarcados durante toda la noche del viernes al sábado por pequeñas motoras que iban y venían entre un carguero en alta mar y el puerto de Trípoli, según relataron fotógrafos testigos de la operación, a la que también asistieron patrulleras israelíes ancladas en aguas territoriales libanesas.
¿Nochevieja en Trípoli?
En el aula del colegio, situada en el sótano por obvios motivos de seguridad, Arafat recalcó que el compromiso de Damasco es muy general y quedan aún muchos detalles por discutir" con el comité encargado de organizar la evacuación de sus leales, "lo que: llevará tiempo", enlazaba su portavoz, Ahmed Abdel Rahman. "Acaso pasemos Nochevieja en Trípoli", afirmaba, medio en broma medio en serio, uno de sus colaboradores. "¿Pero cuándo se irá usted de aquí?", preguntó una atractiva periodista anglosajona al líder de la resistencia. "No lo sé", contestó Arafat, pero cuando lo decida se lo diré para que pueda acompañarme".
Si los rebeldes empezaron por rechazar el acuerdo "y después la radio siria anunció que lo habían aprobado", como dijo Arafat, dando a entender que Damasco les había forzado a aceptar el plan sirio-saudí, la respuesta positiva dada finalmente ayer por los disidentes no abarca a los vecinos campamentos de refugiados, de los que se niegan a retirar sus fuerzas, como exige la OLP. La solución de este grave punto de discrepancia alargará aún más las discusiones, a menos que el régimen sirio, que controla a los rebeldes e hizo hincapié ayer en la necesidad de "aplicar y respetar el acuerdo", les obligue nuevamente a ceder.
Los habitantes de Trípoli parecen, en todo caso, confiar en la paulatina restauración de la paz, y por primera vez en cinco días de tregua no se registró ayer ningún nuevo éxodo de la segunda ciudad de Líbano, de la que han huido, en tres semanas de combates, 125.000 personas, casi la tercera parte de su población.
En la capital del norte de Líbano algunas tiendas habían reabierto, y hasta varias cafeterías se habían atrevido a sacar a la acera sirias y mesas para que sus raros clientes disfrutasen del sol otoñal mientras los militantes integristas del Movimiento de Unificación Islámica, aliado de la OLP, habían abandonado momentáneamente la defensa de la ciudad para dedicarse a destruir las reservas de alcohol y conseguir así que en Trípoli se respete el Corán. Los niños también fueron autorizados por sus padres a salir a la calle, y por pequeños grupos jugaban en las aceras a un juego que han copiado a los adultos: la guerra.
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