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La falta de apoyo municipal y autonómico coloca al Gayo Vallecano al borde del cierre

Las dificultades económicas, la rigidez burocrática de las administraciones públicas y la escasa atención prestada por las autoridades municipales y autónomas están a punto de dar al traste con el Gayo Vallecano, una de las más importantes iniciativas culturales surgidas en los barrios de Madrid en los últimos años e, indudablemente, la de mayor entidad de las desarrolladas por los vecinos del populoso barrio de Vallecas. El retablillo de Don Cristóbal, de Federico García Lorca, será, casi con toda probabilidad, la última obra representada en el local del Gayo Vallecano.

La situación económica del centro cultural ha llegado a un punto insostenible, que puede provocar su clausura el próximo mes de enero. Juan Margallo, autor teatral y director, la cabeza más visible del fenómeno cultural y popular que es el Gayo Vallecano explicó así la situación: "Hay un problema de fondo, y es que parece que el Ayuntamiento está mucho más interesado en potenciar sus propias iniciativas, los grandes actos oficiales, que la cultura en los barrios. Y no sólo el Ayuntamiento, sino la Administración en general. El montaje de la última obra de Francisco Nieva en el Centro Cultural de la Villa ha supuesto más de 20 millones de pesetas, que es lo que necesitamos nosotros para funcionar todo un año".El Ayuntamiento de Madrid, añade Margallo, "está despilfarrando un dineral en el mantenimiento del teatro Español y en llevar grupos, y contratar actividades para sus aulas de cultura. A mí eso me parece muy bien, pero entonces que no se llenen la boca hablando de que la cultura debe surgir en los barrios".

El Gayo Vallecano, situado en el número 63 de la avenida de San Diego, encuadra sus actividades en un ámbito eminentemente obrero y de bajos recursos económicos como es Vallecas, un distrito que ha estado alejado de los circuitos tradicionales de difusión cultural. En los seis años que lleva funcionando, ha ganado un justo renombre como foco de animación popular. Centenares de representaciones teatrales, tanto de adultos como infantiles, recitales de música, cursillos de música, expresión corporal, mimo, vídeo, ciclos de cine, festivales de flamenco o de folk, han ido sucediéndose. Además, se ha facilitado la utilización del local a asociaciones ciudadanas.

"Aquí", continúa Margallo, "no se pueden poner precios altos en las entradas, y hace falta un fuerte apoyo publicitario para atraer a la gente a los espectáculos. Entre la política de precios populares y que muchas localidades se regalan a las asociaciones de vecinos, clubes de ancianos, etcétera, el taquillaje es mínimo y no da ni siquiera para cubrir una parte de los gastos".

Las subvenciones oficiales, por tanto, son imprescindibles. Ante la temporada de este año, los representantes del Gayo Vallecano organizaron una reunión, que tuvo que posponerse hasta pasadas las elecciones municipales.

Los comicios locales no arrojaron cambios respecto a la situación anterior. La dificultad de reunir a las partes convocadas hizo que la reunión se pospusiera hasta el 19 de octubre. En la misma, el representante de la Dirección General de Teatro expuso una propuesta de concierto económico con apoyo del Ayuntamiento de Madrid y de la Comunidad autónoma, solución que a los integrantes del Gayo Vallecano parece más idónea. El representante municipal anunció, sin embargo, que la corporación sólo podría conceder una subvención de dos millones de pesetas para todo el año 1984. Por su parte, el director general de cultura de la comunidad autónoma, Juan Miguel Hernández, adujo que su departamento no podía prometer nada hasta que no se recibieran las transferencias.

"Lo curioso", confiesa Margallo, "es que todo el mundo está de acuerdo en que el Gayo Vallecano no debe cerrar, pero nadie hace nada por evitarlo".

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