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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Las extrañas relaciones entre Standard Eléctrica y Telefónica

Desde hace bastantes años, los ingenieros, economistas y demás personal titulado y técnico dé los diversos departamentos de Ingeniería o de la División Informática de CTNE, han sufrido la molesta impresión de que les tomaban sistemáticamente el pelo en sus trabajos de cálculo y proyectos, dado que los precios ya establecidos en los catálogos anuales quedaban invalidados reiteradamente en el transcurso del mismo ejercicio.A la sensación de que la dirección de Standard actuaba con abuso y descaro, el personal de CTNE asociaba la estupefacción ante la sistemática aceptación de las condiciones impuestas por parte de CTNE. Los trabajadores de CTNE sabían, veían, más bien, lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, no podían documentarlo ni hacerlo público. En algunos casos se han llegado a dar verdaderos conflictos morales entre él sentido del deber profesional para con la dirección de la empresa y la responsabilidad social para con la misma empresa, por, encima de cualquiera que fuese su dirección, y para el país.

Ahora, los españoles hemos podido leer en EL PAÍS (día 1 de noviembre, página 41) que hay un documento de la CTNE donde a . parecen datos y pruebas que, al parecer, explican lo que ya era una conocida evidencia para los trabajadores de CTNE: el aparente e in comprensible despilfarro de recursos a que los suministros de Standard han venido sometiendo al negocio de las telecomunicaciones en España, mediante las generosas concesiones de las sucesivas direcciones de CTNE. Ante estos hechos, como economista profesional del sector, como militante de CC OO y como persona preocupa da por la cosa pública, quisiera realizar varios comentarios.

Si Standard ha logrado todas las revisiones de precios (sobreprecios) que ha querido, ¿cómo es posible que Standard haya tenido pérdidas desde el ejercicio de 1980 hasta ahora? Por paradójico que parezca, a la vista de la gran cantidad de información presentada por el artículo de EL PAÍS, éste deja sin explicar cómo es posible que Standard, con tanta reducción de plantilla en los últimos años y .tanta factura adicional présentada a CTNE, haya podido presentar a diestro y siniestro pérdidas en sus cuentas de resultados entre 1980 y 1982. A diestro, a la CTNE; a siniestro, a los sindicatos, para que las asuman también. La razón de tales pérdidas es muy sencilla, según'sé desprende de las mismas memorias de Standard, de las que extraemos los siguientes datos (en millones de pesetas):

Las cifras de "Indemnizaciones" por despidos" reflejadas corresponden a las ocasionadas íntegramente en el ejercicio, es decir, han sido tratadas por Standard como un gasto corriente, cuando, en mi opinión, habría sido más correcto considerarlo como lo que realmente ha sido: un gasto de inversión que la dirección ha considerado necesario para mejorar su gestión y sus resultados en ese y siguientes ejercicios. Si así se hubiera considerado dicho gasto, ello habría dado lugar, por efecto de la correspondiente periodificación del mismo, a cantidades de coste anual apreciablemente inferiores a las registradas y cargadas a la cuenta de resultados.

Por otra parte, resulta extremadamente llamativo el salto hacia adelante que Standard ha aplicado a su política de amortizaciones en una situación aparentemente tan crítica para la empresa. Esto se constata en el tremendo aumento de las amortizaciones operado a partir de 1981 con el cargo correspondiente a la misma cuenta de resultadol. Si a todo ello añadimos que los gastos en investigación y desarrollo, considerados gastos de inversión en multitud de empresas, han sido considerados por Standard como gastos corrientes -y por tanto también cargados íntegramente a la cuenta de resultados de ejercicio-, vemos claramente que los resultados de Standard no tenían por qué haber. resultado negativos.

Falta de control público

En resumen: ha habido una actu.ación contablemente deliberada y orientada a la presentación de unos resultados ostentosamente negativos en Standard, que no han resprondido necesariamente a la realidad de la empresa. Lo que, evidentemente, y a falta del debido control público de la verdadera situación, ha servido a Standard para imponer a, sus trabajadores más despidos, por una parte, y a CTNE todos los aumentos de precios, sobreprecios y facturas adicionales que le han venido en gana.

Con independencia de cuáles hayan sido las motivaciones sentidas o perseguidas (no entraré en el siempre resbaladizo terreno de un juicio de intenciones) por la dirección de Standard, ese proceso de desinversión no es sino, en todo caso, expresión de una situación aparente que puede caracterizarse, sin lugar a duda, por los dos siguientes rasgos:

1. Una falta de decisión de invertir en la medida en que las circunstancias (el cambio tecnológico, las necesidades de reconversión del capital técnico y humano, la aparente pérdida de competitividad, el desarrollo futuro de la empresa y de las telecomunicaciones), hoy, como en los últimos años, lo exigen.

2. Una actuación de rescate con cargo a los años de vida hoy disponibles por la empresa, del valor del capital anteriormente acumulado por sus actuales propietarios.

De acuerdo con la versión del documento publicada en la primera edición de El PAÍS el pasado 1 de noviembre, el documento concluye que Standard volverá a solicitar nuevas compensaciones a CTNE en 1985, si no antes. Las compensaciones, como el lector habrá podido deducir, se solicitarán de nuevo año tras año, a no ser que se revisen radicalmente tanto las relaciones de capital entre ITT y CTNE en Standard, como las relaciones de mercado existentes entre Standard y CTNE. Y se solicitarán mientras el Gobierno no extienda el control sobre las tarifas telefónicas al control de los precios de los suministros. Es decir, mientras no haya un control público del coste de producción del equipamiento telefónico producido en el país, de la misma manera que ha habido hasta ahora un control sobre el coste de los servicios telefónicos prestados al público por CTNE.

El imponente volumen de la inversión telefónica (más de 800.000 millones de pesetas previstos para el período 1983-1986), tanta por su relación con la economía nacional en general, como, sobre todo, por su papel clave y central en el desarrollo global del sector de las telecomunicaciones; más concretamente aún, la necesidad de reordenar la índustrializ ación del sector en el país; son razones que parecen imponer, a mi juicio, una necesidad insoslayable del control público de los precios de Standard, al menos mientras esta empresa disponga del poder de mercado que la caracteriza en sus relaciones con CTNE.

Me parece que, en las actuales condiciones legales, será muy difícil someter directamente a la Comisión Delegada de Asuntos Económicos la fijación o autorización de los precios de Standard. Algo habría, tal vez, que Modificar o intraducir en, el sistema legal parahacerlo viable. Lo que sí considero probable es que, aun en el caso de que el Gobierno instrumentara a los efectos de dicho control las correspondientes adaptaciones legales, ITT, como parte afectada, interesada y dominante en Standard, siempre podrá introducir toda suerte de opacidades de presiones externas, de preparativos contables convenientes, que contrarresten la eficacia controladora del Gobierno; ello en el supuesto de que ITT aceptara seguir con.,el negocio en esas condiciones.

Otra cosa sería, naturalmente, si, en lugar de ITT, fuera; por ejemplo, CTNE, la que detentara la mayoría de las acciones de Standard. En ese caso, la aplicación del control de precios a los servicios telefónicos podría ser automáticamente extensible, con el mismo rigor que hoy lo es a sus tarifas, a los precios del equipamiento, sin mayores complicaciones que las que se derivaran de una política tarifaria seria y públicamente responsable de los servicios telefónicos y del desarrollo de las telecomunicaciones. Control de precios que hoy ni siquiera se extiende, por cierto, a las empresas industriales filiales de CTNE, Como Sintel.

Buenos deseos

De acuerdo con la legitimación política que en su día se dio al caso, y con independencia del inte rés específico perseguido por ITT una vez apeada ésta de su propie dad sobre CTNE por el Gobierno del general Franco, Standard se constituyó hace bastantes años para soportar y potenciar un desarrollo tecnológico avanzado que permitiera a CTNE un desarrollo moderno y suficiente de los servicios de telecomunicación. Sin embargo, aquí la naturaleza de las relaciones económicas ha terminado imponiéndose a los buenos de seos. En los últimos tiempos, en efecto, se han invertido los papeles y se han desdibujado los objetivos iniciales: desde hace algunos años es CTNE la que está al servicio de las necesidades de Standard, y no al servicio de la mejor atención de los servicios de telecomunicación en España.

La actual servidumbre de CTNE hacia Standard implica una sobrecarga económica para la sociedad española. Actuaciones como las que ha puesto de manifiesto el documento publicado por El PAÍS no han servido para el mantenimiento del empleo ni en Standard ni en el secior, La dirección de Standard ha venido utilizando hasta ahora la palanca del desempleo. Con,ella ha persuadido a unos y ha obtenido toda suerte de concesiones de los otros.

Los trabajadores de Standard ya han empezado a desconfiar del tipo de protección que les ofrece su empresa y no es de esperar.que, a partir de ahora, los sindicatos se presten por más tiempo a ser utilizados de escudo -si es que alguna vez se han prestado a él- en su enfrentameinto de mercado con Telefónica. Pero es evidente que, de seguir así las cosas, Standard seguirá produciendo no solamente más concesiones por parte de CTNE, sino más desempleo en el sector.

Gregorio Párraga es economista de telefónica, míembro del Secretariado del Sindicato de Teléfonos y del Gabinete Técnico de la Federación de Transporters y Comunicaciones de CC OO.

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